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PokeFábula: Ponyta

martes, 26 de julio de 2011



Fábula del continente de Kanto

¿Por qué los Ponyta tienen la crin y la cola de fuego?¿Ha sido siempre así? Tal vez. Sin embargo la gente de Kanto cuenta que en época antigua, tan tan antigua que los Relicanth aún poblaban las aguas, los Ponyta eran de tipo Normal, así como también lo eran sus evoluciones, Rapidash.

Cerca de lo que sería Ciudad Fucsia, más concretamente en el lugar que hoy día ocupa la Zona Safari, había un lago. En él bebían los pokémon que habitaban las inmediaciones y aquellos que migraban. Todos bebían excepto un Ponyta de crin rubia, que era muy presumido y en vez de beber como hacían todos se miraba y contemplaba su imagen reflejada en el agua.

Cada día, apenas salían los primeros rayos de sol el Ponyta ya estaba en el lago. Sus padres estaban realmente preocupados porque muchas veces incluso olvidaba comer. A veces incluso permanecía allí pasado el ocaso esperando verse con los reflejos de luz lunar.

Un día, desesperados los padres del Ponyta lo convencieron para que fuera a ver mundo, retándole a que consiguiese ver algo tan maravilloso y espléndido como su reflejo en el agua. Al verse retado, los Ponyta tienen su orgullo equino, el pequeño Ponyta aceptó. No volvería a casa hasta que encontrase algo maravilloso y digno de ver. Y a la mañana siguiente partió hacia el este.

Pasó varios días para atravesar lo que hoy es la Ruta 15, los Farfetch'd estaban en disputa entre ellos a causa de la repartimiento de territorios y volaban Picotazos y golpes de puerro a diestro y siniestro. Varias veces se vio en medio de refriegas el Ponyta mientras pensaba:"Esto no es bonito de ver". Avanzaba por las noches, cuando los Farfetch'd descansaban. Y llegó a lo que hoy sería la Ruta 14. Allí había un lago muy grande y el Ponyta no perdió la oportunidad de mirarse. Llevaba demasiados días sin hacerlo, cosa que le sorprendió pues no había tenido la necesidad de ello.

Siguiendo el lago llegó a un lugar entre montañas. Nada más cruzar los dos montes que hacían de puerta notó una calma interior, una relajación, algo que no era normal, como si su espíritu quisiera abandonar el cuerpo y reunirse con las almas de los pokémon que habían perdido la vida. Había llegado a lo que hoy sería Pueblo Lavanda. Por aquél entonces ya poseía virtudes para ser el lugar donde reposan las almas de los pokémon caídos. Así se acercó a una pequeña torre que parecía hecha mucho tiempo, en tiempos prehistóricos como lugar de culto a los guerreros de tribus humanas caídos en combate o muertos por enfermedad o por avanzada edad. Constaba únicamente de un solo piso, aunque desde fuera pareciera más alta. La concentración de almas era tan enorme que prácticamente podía ver espíritus... un Farfetch'd, un Magmar y muchos Gastlys. De repente una luz iluminó la torre y una llamas aparecieron en el cielo. El ave mítica, Ho-Oh había aparecido. Estaba llorando. "¿Por qué lloras?" preguntó el Ponyta.

El Ho-Oh respondió como pudo:"Las guerras están dejando muchos pokémon muertos, tengo que venir a este lugar mas veces de las que suelo hacerlo habitualmente, y esto no me gusta." El Ponyta miró al suelo, entonces preguntó:"¿Y qué vienes a hacer aquí?", El Ho-Oh notó:"Por cierto, tú no estás muerto, si te apartas un momento de la torre lo verás." El Ponyta hizo caso y salió de la construcción pétrea, aunque siguió observando con la misma curiosidad.

El Ho-Oh usó Fuegosagrado. De repente la concentración de almas bajó de forma drástica. Aquellos que habían dejado la vida descansaban entre el calor de las llamas eternas. El Ho-Oh dijo:"Por la expresión de tu rostro creo que ya sabes qué ha hecho mi Fuegosagrado." El Ho-Oh rió por primera vez desde su encuentro y se elevó en la inmensidad azul del cielo. El Ponyta quedó pensativo durante un rato, y después prosiguió su marcha.

Pasó por una cueva (Túnel Roca), donde no veía nada. "Esto no es bonito" pensaba. Se tuvo que alimentar de bayas y restos de bayas que habían dejado los pokémon que aventurándose dentro de la cueva habían sido debilitados por los Zubat y los Geodude sin dar tiempo a recuperarse con las bayas que llevaban. Vagó errante por la oscuridad durante tres días, llegados a ese punto empezaba a encontrar adorable el color negro, hasta que encontró la salida por el otro lado. Siguió la actual Ruta 9 hasta otro asentamiento, Ciudad Celeste. Siguió por el norte, cabalgando hasta que llegó al final del camino, donde vio una bonita puesta de sol.

Como siempre se estaba mirando en el lago nunca había visto entera una puesta de sol, y menos una tan bonita como la del Cabo Celeste, al final de Ruta 25.

Unas llamas aparecieron en el cielo, y el Ho-Oh hizo acto de presencia. No parecía haberse percatado de la presencia del Ponyta, estaba mirando fijamente la puesta de sol con una postura muy relajada. El Ponyta, curioso, preguntó:"Perdona, ¿Qué haces en este lugar?", el Ho-Oh, sorprendido al ver al Ponyta le contestó:"Hoy ha sido un día especialmente triste, a causa de un maremoto en Isla Canela han desaparecido varias colonias de Omanyte, vengo aquí para relajarme cuando hay días de estos." Y se elevó hacia la inmensidad anaranjada del atardecer, dejando al Ponyta otra vez pensativo.

Cabalgando volvió hasta la Ciudad Celeste, y se dirigió hacia el oeste, a la Ruta 4. Allí bajo un árbol quedó dormido. Había sido un día cansado.

Despertó por la tarde. Nunca hubiese dicho que podría dormir tanto... pero sus sospechas fueron descartadas cuando vio un Paras rondando por allí. Seguro que había usado su Espora y por eso había quedado dormido tanto tiempo. El Ponyta prosiguió su marcha y entró al Monte Moon. Durante el atardecer estuvo rondando la cueva, hasta que fue de noche. No tenía sueño en absoluto. Salió por una extraña salida mientras escuchaba un extraño ruido. En lontananza se podía apreciar la danza lunar de los Clefairy, que bailaban alrededor de un gran fragmento de Piedra Lunar. El Ponyta quedó impresionado ante la danza lunar, era sin duda de lo más bonito que había visto en lo que llevaba de viaje. Y con los Clefairy se quedó dormido.

A la mañana siguiente se acercó a los restos de Piedra Lunar y puso un fragmento en su rubia crin. Abandonando Monte Moon llegó al asentamiento de Ciudad Plateada y siguió hasta el Bosque Verde. Allí vio como un Metapod evolucionaba en Butterfree y salía del capullo, algo bonito, pero no lo más bonito que había visto. De repente un enjambre de Beedrill empezó a perseguir al Ponyta y tuvo que slir por patas. Corrió a través de Ciudad Verde y hasta Pueblo Paleta. Allí los Beedrill parecían haberle perdido la pista. El Ponyta aprovechó para descansar.

Tras un día entero de recuperación se vio con fuerzas para nadar hasta Isla Canela. Tardó varios días en llegar y tuvo que ir haciendo paradas en isletas. Finalmente vio con sus propios ojos los efectos del maremoto. Al tiempo que veía el volcán erupcionar. Era algo tan terrible junto a algo tan bello... Como no quería ser pasto de la lava nadó hasta las Islas Espuma.

Allí volvió a ver llamas en el cielo, y a Ho-Oh aparecer. Ho-Oh iba exclamando:"¡Arceus por qué nos haces esto!" o "¡Ay mi madre!" o "¡Llamas infernales!". El Ponyta, curioso, preguntó:"Perdona, ¿Qué haces en este lugar?", el Ho-Oh le respondió:"Entre la erupción del volcán y el maremoto posterior muchas colonias de Kabuto han quedado sepultadas en el fondo marino, otra desgracia". Habiendo explicado esto se calmó y fue el Ho-Oh el que preguntó:"Es la tercera vez que nos encontramos, y siempre has estado dispuesto a escuchar mis problemas, creo que es hora que me preocupe por tí, ¿Qué haces, Ponyta, en este lugar?"

El Ponyta le explicó el motivo de su viaje:"Soy tan presumido que en mi hogar me paso horas muertas mirando mi reflejo en el lago, mis padres estaban muy preocupados y me retaron a buscar algo que para mí fuera más bonito que mi reflejo en el agua, así que partí. He ido encontrando cosas bonitas durante el viaje pero que no me llaman tanto la atención, ya no sé dónde más buscar."

El Ho-Oh meditó... Y respondió:"Amigo mío, el problema que tienes es que el agua no te afecta, y en eso te puedo ayudar. Aguarda."

El Ho-Oh empezó a brillar, cada vez más fuerte, y entonces usó Fuegosagrado sobre el Ponyta. La crin del Ponyta ardía, pero el Ponyta no notaba más que un ligero cosquilleo.

Acabado el proceso el Ho-Oh dejó de brillar, y retó al Ponyta:"Mírate ahora, Ponyta." El Ponyta se miró en las aguas de las Islas Espuma. Era algo prácticamente indescriptible. Su crin se mecía al aire pero era diferente, como el fuego que nunca se apaga, llamas al viento. El Ho-Oh creó un pequeño Tornado que salpicó al Ponyta. Como ahora era de fuego la salpicadura de agua le afectó. ¡Era maravilloso! Ahora tendría que evitar mirarse en el agua para no caer debilitado. Pero tenía un pequeño problema. Su hogar estaba pasado el mar, en Ciudad Fucsia.

El Ho-Oh se ofreció a llevarlo hasta su hogar volando. Al llegar todo el mundo quedó encandilado del Ponyta de crin llameante y el Ponyta guardó la Piedra Lunar como recuerdo de su viaje.

4 quejas:

Silvestrin dijo...

Que chula la leyenda, la has escrito o es encontrada de las guias? Si lo has hecho tu, menuda currada me ha gustado mucho

Muramasa dijo...

Me alegra que te haya gustado. Es inventada por mí; cualquier parecido con otras es pura coincidencia.

scaramanga dijo...

Si es un fábula, tendrá una moraleja. Propongo esta:

De ilusión también se vive
dicen algunos ilustrados
y así a algunos le sirve
para ver sus anhelos relizados

Muramasa dijo...

Bueno, quien dice fábula dice mito, y quien no, leyenda...