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Pocket Tales of the Braves - Capítulo 3

lunes, 5 de septiembre de 2011

Capítulo 3: Derrota Grave-ler

Continente de Johto
Ruta 45


Ryuuna hacía poco que había salido de su ciudad, Ciudad Endrino, y ya se moría de ganas de vivir alguna aventura. Caminando tranquilamente por la Ruta 45 se encontró con un montañero aburrido que le preguntó si quería luchar, pues había puesto el ojo en el Dratini. Ryuuna, impaciente como estaba, aceptó, aunque únicamente llevaba un pokémon. En cambio el otro entrenador disponía de 3 pokémon, que previsiblemente eran de tipo Roca o Tierra.

Para sorpresa de Ryuuna el primer pokémon del montañero fue un lozano Machop, de tipo Lucha. El Dratini, por orden de Ryuuna usó Onda Trueno, pero el Machop consiguió evadirlo, y concentrándose usó Profecía. El Dratini volvió a usar Onda Trueno, para ahora sí, paralizar al Machop, que quedó casi inmóvil. Entonces el Dratini usó Repetición, rodeando completamente al Machop, que se retorcía con fuerza para deshacerse de la presa de su oponente. De repente el Machop quedó totalmente quieto y empezó a volverse de tonalidad rojiza, e incluso se hinchaba un poco; estaba ejecutando un Foco Energía. Pero cualquier intento de contraataque fue inútil pues acabó cayendo debilitado.

Entonces el pokémon siguiente salió de su pokéball. Era un Onix. Una tremenda e imponente serpiente hecha a base de rocas, de tipo Roca/Tierra, según podía recordar Ryuuna. El primer movimiento realizado por el Onix fue Lanza Rocas; dos, tres, cuatro, cinco piedras caían de no se sabe dónde pero el Dratini grácilmente las esquivó, excepto la última, que quedaba en el punto muerto de dos de las rocas. El Dratini se abalanzó sobre el Onix y enroscándose en su cara usó Repetición, pero no era demasiado efectivo, y más que daño, lo único que consiguió el Dratini era enfurecer al Onix, que usó Excavar. El Dratini tuvo que apartarse para evitar la fricción con el suelo, pero ahora había perdido de vista al Onix, que se encontraba oculto dentro de un agujero en el suelo.

Ryuuna y el Dratini esperaban el ataque del Onix en cualquier momento, pero tampoco sabían cómo esquivarlo. De repente se oyó un estruendo bajo tierra y el suelo empezó a temblar bajo los pies de Ryuuna, el montañero y el Dratini; El Onix estaba emergiendo hasta la superfície. Apenas había salido de bajo tierra el Onix que estaba estirado, debilitado. En breves instantes se supo el motivo de la derrota y es que excavando el Onix había encontrado una fuente natural de agua y había ido retorciéndose de dolor hasta dar con la superfície. Y ya únicamente le quedaba un pokémon al montañero. Retiró al debilitado Onix a su pokéball y lanzó su última pokéball, que contenía un rocoso y duro Graveler.

El Graveler movía sus cuatro brazos, crujiéndose los dedos, preparado para recibir órdenes de su entrenador. Por contra, el Dratini empezaba a estar cansado además de estar magullado de recibir golpes. Pero miró a Ryuuna y volvió a su posición de lucha. El montañero dio la orden de ejecutar el ataque Rizo Defensa y el Graveler se encerró en sí mismo, hecho una bola. Entonces empezó a rodar en el suelo, haciendo que las piedras y rocas que había en el suelo se incorporaran a su propio cuerpo, mejorando así su defensa. El Dratini usó Furia Dragón, pero no parecía afectar en demasía al Graveler. Y entonces vino lo mejor...

El montañero, confiado de su victoria, gritó a su Graveler:"Graveler, ¡Desenrollar!". Y el pokémon también confiado de su victoria acató la orden. La mole dió un salto y empezó a rodar por el suelo, dirigiéndose velozmente hasta el pequeño Dratini, que a la orden de Ryuuna siguió usando Furia Dragón; y parecía que funcionaba, pues el Graveler estaba frenando. Pero el intento de retenerlo quedó en un espejismo pues del impacto el Dratini salió volando, debilitado.

Preocupada, Ryuuna fue acompañada por el montañero hasta Ciudad Endrino, de donde hacía poco que había salido, en busca del Centro Pokémon para que asistieran al pobre Dratini, que estaba llorando, por no haber sido capaz de derrotar al Graveler. Tal vez salir de aventuras no era tan divertido como había creído Ryuuna toda su vida.