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Crónicas de Ivalice: Historia de una condena - XII

lunes, 29 de abril de 2013

Capítulo Duodécimo: Cunius

Mapa de Yutolandia

Región de Grass, Roahl

Era una nueva mañana en Roahl. El sol brillaba pero la sensación de frío era evidente.

"Pongámonos en camino o llegaremos a Grass hechos unos cubitos de hielo," dijo Gides. Ermine no tenía tanto frío debido a su pelaje de Viera. El camino real a Grass estaba vigilado por voluntarios que patrullaban la zona, debía tratarse de otro grupo armado diferente al Ejército de Yutolandia que Gides no reconocía. Gracias a ellos no habían necesitado montar guardia.

"Bien, hoy estamos todos frescos y quedan un par de días para llegar a Grass, pueden pasar muchas cosas, estad atentos," indicó Gides.

"Como qué, ¿que nos ataque un grupo de Magos Negros?" insinuó Ilwulf.

"Por ejemplo, aunque sería inoportuno y, en mi opinión, un grupo desequilibrado," notó Gides.

"Ja, ja, ja..." rió Ermine.

Y tras el diálogo para besugos recogieron el pequeño campamento que habían montado. Uno de los vigilantes les había dado una pieza de jamón ahumado y salado y cortaron un poco para desayunar algo, no podían ir por el mundo con el estómago vacío.

*OM NOM NOM*

Habían preguntado a varios vigilantes si habían visto una Maga Roja con un Estoque Madu, pero la resupuesta siempre había sido negativa. Empezaron a pensar que tal vez Einnie no se encontraba en Grass. En eso que llegaron al límite entre la región de Bisga y la región de Grass.

"Bienvenidos a Grass." Era un tipo en una vestimenta rara, parecía un mago pero sin serlo. "Me llamo Cunius, ¿hacia dónde os dirigís, nobles viajeros?" les preguntó.

"Dejadme adivinar," dijo el tipo antes de que nadie pudiese contestar. "Os dirigís a la ciudad de Grass."

"¿Cómo lo has adivinado?" preguntó curiosa Ermine. Cunius se puso la mano en la frente con el dedo pulgar y el índice.

"Déjame adivinar, bella dama, nunca habéis oído hablar de Cunius el adivino," dijo Cunius.

"Es impresionante, me he quedado patidifusa," admitió Ermine.

"Permitidme, entonces, acompañaros hasta vuestro destino, si os parece bien," les decía Cunius en una voz muy persuasiva, melosa y aterciopelada.

Al principio Ilwulf dudó, pero eran tres contra uno en caso de que el recién llegado intentara algo raro. Pronto abandonaron el camino real de Grass para entrar en el Camino Vigg Sur. Era una senda serpenteante en cuyos lados había zonas impracticables, con árboles aquí y allá. En avanzar por el camino vieron que había zonas en que el camino se bifurcaba para volver a juntarse.

Las zonas de hierba se juntaban con zonas de piedra en un curioso mosaico. Un Nu Mou estaba sentado en el camino, en una zona de hierba. Se acercaron para ver si le ocurría algo.

"¿Te ocurre algo, Nu Mou?" preguntó Cunius. Antes de que el Nu Mou pudiese responder, Cunius habló de nuevo.

"No digas nada, te dirigías a Grass, y te has perdido," dijo Cunius en un modo francamente teatral, tal y como había hecho con ellos.

"Sí, es tal y cómo dices..." dijo el Nu Mou.

"... y no me digas, tampoco conoces a Cunius el adivino," dijo Cunius.

"¿Y ese quién es?" dijo el Nu Mou. Cunius ignoró lo que consideraba una falta de respeto hacia su persona.

"¿Cuál es tu nombre, noble Nu Mou?" preguntó Cunius.

"Mi madre siempre me dijo que no hablara con desconocidos, pero con vosotros haré una excepción. Soy Horo Horb, y soy un humilde aprendiz de Mago Negro," dijo Horo Horb.

El grupo, con el nuevo incorporado, retomó el camino. El día había pasado de ser un hechizo Hielo a ser un hechizo Piro.

"Cuando me he despertado esta mañana me tiritaban los dientes, y ninguna manta me parecía lo suficiente gruesa," dijo Gides.

Un viajero se encontraba a un lado del camino. El grupo se acercó a él.

"¿Quién sois vos, viajero?" dijo Cunius, con su habitual tono teatral y su labia. Ilwulf pensó que no podía haber alguien tan pesado como él.

"Yo sólo soy Kevy Eall, un Mago Negro como cualquier otro," dijo Kevy.

"No digáis nada, ¿os dirigíais a Grass, no es cierto?" preguntó Cunius.

"En realidad, no. Quería ir a Bisga..." de repente Cunius lo interrumpió.

"¿Véis como la adivinación no es una ciencia exacta?" dijo el tipo. Y seguía hablando, "Os recomiendo, noble viajero, que nos sigáis y una vez en Grass publiquéis una misión de escorta."

"Yo creo que sería mejor que siguieras el camino, lleva directamente a Bisga," dijo Ilwulf.

"No le hagáis caso, hay forajidos muy peligrosos por la zona, mejor ir en grupo, y cuanto más nombroso mejor," dijo Cunius.

"Me habéis convencido, iré con vosotros," dijo Kevy Eall.

Kevy Eall hablaba animadamente con Horo Horb, Cunius no callaba. Ilwulf empezó a notar algo raro, no así Ermine ni Gides, y tampoco quería parecer paranoico. El colmo llegó cuando un Moguri Mago Negro que se identificó como Mogman les dijo que su clan había sido atacado por unos forajidos, kupó.

Ilwulf les dijo, "¡Avanzaos, que se me ha caído una cosa! ¡Enseguida vengo!" El resto del grupo seguían al tal Mogman. Cuando quedaron fuera de vista los siguió de lejos.

Cunius, Horo Horb, Kevy Eall y Mogman. Estaban rodeando a Ermine y Gides, apuntándolos con sus varas.

"¡Soy Cunius y soy un Ilusionista!" gritó Cunius a los cuatro vientos, también tenía una vara, pero era más vistosa que las otras.

Ilwulf se quedó mirando el escenario, pesimista por otra parte. Los Magos Negros empezaron a lanzar hechizos, unos daban y otros no. Vio un brillo blanco, la gema pactal se había activado. Por lo menos tenía la seguridad que no recibirían ninguna herida mortal.

*toc, toc*

Ilwulf notó unos golpecitos en su espalda.

"¿Quién es?" preguntó.

"Mi nombre no te importa, te estoy apuntando y puedo electrocutarte, congelarte o quemarte en cualquier momento, muévete lentamente y no intentes nada raro," dijo el desconocido. Ilwulf, por el momento, acató la orden.

"¡Jefe! ¡Aquí hay otro!" dijo gritando.

"¡Perfecto, Zeth Sande!" dijo Cunius. "Uno que se había pasado de listo, ¿ibas a por refuerzos?"

'Y ahora qué digo, no tenemos refuerzos, diga lo que diga sólo puede ir a peor,' pensó Ilwulf. Ante esto prefirió estar callado.

"Con que, que nos ataque un grupo de Magos Negros..." dijo Gides esquivando hechizos. "Vaya gafe."

Ahora eran Cunius, Zeth Sande, Horo Horb, Kevy Eall y Mogman los que rodeaban a Gides, Ilwulf y Ermine. "¡A por Cunius!" gritó Gides. Él mismo corrió desesperadamente hacia Cunius, a la espera que Ilwulf y Ermine hicieran lo mismo. Tal vez si podían tumbarlo podrían tratar de hablar con el resto de componentes del grupo. Ilwulf se adelantó a Gides, pues corría mucho más deprisa.

*CLINK* *CLANK*

*FUUUOSssh*

La Vara Estrellada de Cunius salió volando. Ilwulf tomó a Cunius de rehén, y aunque a Gides no le pareciera lo correcto, los tres se escudaron tras el Ilusionista. Los Magos Negros estaban preparados para lanzar hechizos pero Cunius gritó.

"¡NOO! ¡Ni se os ocurra...rghh" dijo mientras Ilwulf le apretaba el cuello.

Zeth Sande se preparó para lanzar un hechizo, y así como él lo hizo, los demás lo imitaron.

"Pero, ...argghh... ¿¡Qué hacéis desgraciados!?" les espetó Cunius.

"Muerto no nos servías, pero visto lo visto, vivo parece que tampoco..." le dijo Ilwulf.

Piro, Electro, Hielo... Todos los hechizos impactaron contra Cunius, pues Ilwulf lo usó como escudo. Y de nuevo se prepararon los Magos Negros para atacar, y de repente...

*FLUSSssssSSSss*

Una ráfaga azul debilitó los magos, que intentaron lanzar hechizos sin éxito.

"¿Qué ha pasado?" se preguntaron todos.

Una figura femenina emergió de entre la niebla azul.

"¿Chalsye?" dijo Ermine.

"¿Ermine?" dijo la tal Chalsye. "¿Eres tu?"

Chalsye era una Esgrimidora, como Ermine.

"Ella es Chalsye y formaba parte de mi clan. No había oído nada de ella desde que Einnie nos separó. Me alegro," les explicó Ermine. "Ellos son un clan que he contratado para acabar con Einnie," le explicó Ermine a Chalsye.

"¿Un clan de dos?" se extrañó Chalsye.

"Fueron los únicos que respondieron a la llamada," dijo Ermine con cara de -¿no te doy pena?-.

"En mi retiro espiritual desde que abandoné el clan he aprendido cosas, y he tomado la resolución de vengarme por lo que me hizo Einnie. No me queda más remedio que seguiros, hasta el fin del mundo si hace falta."

"Eh, atentos, que parece que recuperan las fuerzas," les advirtió Gides. "Ya hablaremos después del combate."

El primero en levantarse fue Kevy Eall. Y como si fueran zombis alzándose, todo el clan de Cunius se fue levantando... ¡incluso el mismo Cunius!

"¿Pensábais que os habíais librado de mí?" dijo el Ilusionista. "Ja ja ja, qué inocentes. Tengo mucha resitencia mágica, no en vano sufría más por mi integridad con un cuchillo en mi gaznate."

"¡Pesado!" gritó Ilwulf.

"Has despertado la ira de Cunius el Ilusionista, ¡mequetrefe!" recitó Cunius. "Las lágrimas del cielo caerán sobre vosotros," dijo mientras levantaba los brazos.

El cielo oscureció y decenas de puntos se iluminaron, podría tratarse de una ilusión. Seguidamente, empezaron a caer trozos de piedra, como si fueran meteoritos. Gides comprobó en sus propias carnes que las piedras no eran ilusiones. Ilwulf y Chalsye las esquivaban con cierta habilidad. Ermine esquivaba algunas mientras recibía los golpes de otras.

Y de pronto se hizo la luz, y el cielo volvió a su estado original.

*arf, arf*

Era obvio que esos hechizos consumían una cantidad desorbitada de puntos de magia, Cunius parecía fatigado. Entonces Mogman, Horo Horb, Kevy Eall y Zeth Sande lanzaron hechizos a discreción, para evitar que alguno de sus oponentes se acercara a Cunius el Ilusionista.

Chalsye lanzó una figura en forma de ave, como si se tratara de una flecha. No era magia. Cunius fue derribado.

"Id a por los otros, yo me encargo del Ilusionista," dijo Chalsye.

Los demás no se lo pensaron dos veces. Ermine fue a por el Nu Mou, Horo Horb, Ilwulf y Gides atacaron los dos humes, Kevy Eall y Zeth Sande. Los hechizos de Mogman no eran tan poderosos, pues los Moguri no destacaban por sus habilidades mágicas precisamente.

Chalsye usaba la técnica de esgrima Ráfaga Azul para mantener al Ilusionista debilitado. Sin puntos de magia no podría hacer gran cosa. Ilwulf arrebató la vara a su oponente, que se vio indefenso y en un abrir y cerrar de ojos estaba inconsciente. Gides tuvo bajo su yugo a su oponente también con notoria celeridad.

Horo Horb, el Nu Mou, era el Mago Negro más poderoso de los cuatro del grupo, pero era muy lento, todo lo contrario de la ágil Ermine. Mogman abandonó la escena en cuanto vio que no tenía posibilidades.

Finalmente, Chalsye con una serie de estocadas dejó fuera de combate a Cunius.

"Ya los encontrará alguien," dijo Ilwulf.

"Entonces, prosigamos," dijo Chalsye.

Gides no veía bien el hecho de dejarlos abandonados a su suerte, pero tampoco veía mal que tomaran un poco de su propia medicina, y los dejó allí tal y como habían quedado después del combate. Ilwulf tomó la Vara Estrellada y tres varas.

"¿Para que lo quieres?" preguntó Ermine.

"Para vender, intercambiar, o incluso para aprender nuevas técnicas, nunca está de más llevar algo de valor encima... siempre que lo puedas proteger." Dijo en tajantes declaraciones.

Chalsye, Ermine, Gides e Ilwulf retomaron el Camino Vigg Sur, esperando llegar al final del día al límite entre esa senda y la Llanura Baybold.

1 quejas:

scaramanga dijo...

Eso es lo que pasa en los RPGs. Que parece que puedes hablar con cualquier desconocido y pim, pam, elefante, una panda de hijoputas cuando menos te lo esperas.

Como el tío al que arruiné en Oblivion y se me abalanzó encima de pronto cuando exploraba una cueva. Fue fácil cargárselo y llevaba oro a mansalva.