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Crónicas de Ivalice: Historia de una condena - XVI

lunes, 12 de agosto de 2013

Capítulo Decimosexto: Assassins versus Ninjas

Mapa de Yutolandia

Región de Grass, Roahl

Grass se extendía delante de sus ojos, tal y como la habían dejado cuando partieron hacia la morada. Gides y su panda estaban exhaustos y tenían ganas de llegar y tomarse un baño y comer y beber y olvidarse de todo; Ivard, Gwai Bragan y Erna Gozzola estaban un poco más frescos pero también tenían unas enormes ganas de llegar al cuartel, quién sabe cuántos días llevaban en la Morada de las Sombras.

Entre Gides y su grupo y Erna y su grupo estaban Thorvan, Celyf, Madulf y Elfer Samerick, que caminaban ante la atenta mirada de Erna y Gwai e Ivard. Los clanes y viajeros que pasaban los miraban con curiosidad, hasta que la intimidatoria mirada de Thorvan o Gwai Bragan los ahuyentaba.

Edur Sanda, la amable encargada de dar la bienvenida a los viajeros que llegaban a Grass los saludó.

"¡Hola chicos!" Una dulce sonrisa que por un instante hizo olvidar la desesperación y el cansancio. "¿Volvéis a Grass?"

"Sí, ja ja," respondió Gides. "Unos encargos y tal." Su tono era de autosatisfacción y aunque su posado era humilde no podía evitar que el pecho se le hinchara. Casi flotaba.

"¡Hasta luego!" se despidió Edur mientras se dirigía a unos otros viajeros para darles la bienvenida como había hecho con ellos poco tiempo atrás. El extraño grupo ya se encontraba en Grass propiamente dicho, es decir, ajetreo constante. Gente por aquí, gente por allá, griterío y jolgorio por doquier, gente cerrando tratos, negocios y transacciones tanto más turbias.

"¡Pescado fresco!" gritaba alguien. "¡Me lo traen de alta mar!"

"¡Minerales de Gogue!" gritaba otro vendedor, "¡traídos expresamente desde Ordalia!"

"Esto tienen pinta de ser pedruscos de Galeria," dijo un Nu Mou a un Hume en voz baja, para que el vendedor no los escuchase.

"¡Eh!¡Que el gato se está llevando mi pescado fresco!" gritó el vendedor de pescado, pero la gente encontraba tan mono el gato que lo dejaban corretear entre sus pies. Mala suerte.

"Me he perdido," dijo Gides.

"La siguiente a la derecha," dijo Erna, "está en las señales."

"Es que con tanta gente no veo lo que dicen los carteles," se excusó Gides.

"No pasa nada."

El cuartel del Ejército de Yutolandia ya había pasado a formar parte del escenario de Grass. Con cada paso que daban el edificio se iba agrandando, ganando detalles. Dos agentes del ejército vigilaban la puerta delantera.

"¡Alto!" exclamó uno de ellos. Era un Defensor Bangaa aunque no era Gwaerh, siempre intimidaba tener un Bangaa en un puesto de vigilancia, por su constitución y por sus facciones. "¿Osss puedo ayudar en algo?"

"Sería todo un detalle," Erna Gozzola dio varios pasos al frente.

"¿Erna Gozzola?" El otro vigilante de la puerta, que era un Paladín, parecía haber visto un fantasma, "¡Erna Gozzola!¡Qué alegría!" Su expresión cambió de sorpresa a alegría. "Pensábamos que os habíais perdido o algo..."

"Veo que no volvéisss sssolosss," dijo el Bangaa.

"Ja ja, este Vikingo dejará de dar guerra durante un tiempo," dijo Erna refiriéndose a Thorvan. "Espero que le caigan unos cuantos años."

"Nosssotrosss también essstamosss bien," dijo Gwai Bragan, haciéndose notar.

"No esperábamos menos de un Bangaa," dijo con cierta sorna el otro Paladín, el de la puerta, que no era Ivard.

"Todo gracias a este valiente Soldado y su grupo," dijo Ivard. "Aunque hubiéramos logrado escapar estábamos en inferioridad numérica."

"Si os encargáis de llevar a estos mequetrefes a un juez nosotros iremos a buscar a Gwaerh," dijo Erna. El Defensor y el Paladín llevaron a los presos al interior del edificio, perdiéndolos de vista. "Vayamos a buscar a Gwaerh."

El grupo se movilizó, también entraron en el edificio. Preguntaron por el Defensor, estaba de patrulla por Grass.

"Qué hacemos, ¿esperamos?" preguntó Gides.

"Nah, vamos a buscarlo," dijo Erna Gozzola. "Si queréis podéis quedaros aquí," les dijo la Gria a Gwai Bragan e Ivard. Cansados y de todo menos deseosos de andar más aceptaron la propuesta de Erna.

Ella, Gides, Ilwulf, Ermine y Chalsye salieron del cuartel. El Defensor y el Paladín de antes habían vuelto a sus puestos.

"¿Todo bien por aquí?" preguntó Erna.

"Sí, sin problemas, tu Vikingo y su tropa ya están a buen recaudo," dijo el Paladín, y no mucho tiempo después ya volvían a estar inmersos en la vida cotidiana de Grass.

"¡Sandías!¡Melones!¡Uvas!" gritaba una frutera. "Enséñame esas sandías," dijo medio en serio, medio en broma un cliente.

"¡Carne de todo tipo!¡Cordero!¡Ternera!" gritaba una carnicera de muy buen ver, un tipo le dijo algo que debería ser bastante indecente pues la respuesta de la carnicera fue contundente, "¡CERDO!"

"¡Piel de Lobo y Licántropo!¡Piel de Dragón!" gritaba un peletero intentando vender su mercancía.

Tiendas de polvo de hada, fragmentos de bom, plumas de cocatriz, de todo y más, traído desde los parajes más cercanos o importado en barco desde la otra punta del continente.

"Ese vendedor es un farsante y un estafador," dijo un tipo por la calle a otro tipo que iba con él, "dice que tiene productos de Zellea, pero es imposible, nadie ha estado allí desde hace tiempo y no hay forma de atravesar la barrera mágica."

Entonces empezaron a oír unos gritos.

"¡Cuidado!¡Cuidado!¡Pelea callejera!" avisaba un tipo.

"Ya veis lo que es vivir en Grass, chicos," les dijo Erna. Había un círculo de gente alrededor de algo, a base de empujones y de pedir perdón y permiso llegaron al centro del bullicio. Dos Ninjas y dos Asesinas estaban frente a frente.

"Vale, ¿qué ha ocurrido?" preguntó Erna a un grupo de gente que estaba a primera fila. Vieras y Moguris, hombres y mujeres, empezaron a hablar excitados todos dando su versión de les hechos a la vez. "¡Okey!¡Okey! Capto la esencia."

Al parecer los dos Ninja iban juntos y las dos Asessinas iban juntas, cuando de repente vieron un par de katanas Masamune expuestas en el escaparate de un comerciante de armas, el resto era fácilmente imaginable, y sin embargo los consultados seguían hablando por los codos dando su opinión. Erna sacó el genio que llevaba dentro, elevándose casi medio metro del suelo.

"¡SI-LEN-CIOOOO!" gritó. Tal fue el grito que los que estaban en el centro del asunto se giraron para ver qué ocurría.

"Bien... bien..." se dijo Erna Gozzola, y con paso decidido se acercó al centro. La mayoría de las miradas eran de curiosidad, aunque Erna no era precisamente fea, había pasado a ser el centro de atención.

"Sé que lo que os diré os resbalará tanto como si os hubieran echado un hechizo Aceite, pero este no es momento ni lugar para discutir," dijo Erna, "Os recomiendo que salgáis de Grass, y una vez allí podéis desmembraros, rajaros o meteros vuestas katanas por donde os quepan, si es eso lo que os place..."

Ante esto último una de las Asesinas se ruborizó.

"¿Quién eres tú?" preguntó uno de los Ninja.

"Buena pregunta," dijo Erna con un tono de falsa autosatisfacción, "puedo ser el más húmedo de vuestros sueños o la más feroz de vuestras pesadillas, eso depende de vosotros, soy agente del Ejército de Yutolandia y Grass es el lugar en el que debo mantener el orden."

Aunque era un buen momento para abandonar la pelea, nadie quería que su oponente viera su debilidad ante las autoridades. Entre el público unos pocos estaban haciendo su particular Platosto con las apuestas.

"Cerraré los ojos y contaré hasta tres," dijo Erna con un tono muy poco amigable, "cuando los vuelva a abrir quiero esta zona despejada, con las paradas correspondientes, y vosotros cuatro fuera de mi vista, ¿está claro?" entonces cerró los ojos.

"UNO..." empezó a contar. "DOS... y..."

Los cuatro contendientes, enfrentados dos a dos, se desplazaron con celeridad para terminar rápidamente con su némesis.

"¡Superdefensa!" gritó Erna.

"¡Ssssuperdefensssa!" gritó alguien más. Erna abrió los ojos. Gwaerh y ella se habían postrado en ambas trayectorias y habían evitado un baño de sangre, aunque por desgracia los forajidos habían huído sin dejar rastro, no tanta desgracia suponía para los gremios de sus oficios.

"Me tomaré mi falta de autoridad como algo personal," dijo Erna Gozzola.

"Puede ssser que esssosss tiposss ya essstén lejos de Grasss," dijo Gwaerh.

"Y tampoco he podido hacer nada para darles su merecido," dijo preocupada Erna.

Gides y su grupo seguían a Gwaerh y Erna a una distancia prudencial, de regreso al cuartel del Ejército de Yutolandia.

"Lo que tienesss que hacer ahora esss dessscansssar y mañana empezaremos una bússsqueda," Gwaerh tenía razón, o eso pensó Gides, lo mejor sería descansar el resto del día y mañana, con tranquilidad, ya se encargarían de buscar justicia. "Essso sssí, no te puedo ceder agentesss de campo, Erna."

Eso rebajó los ánimos de la Gria.

"Por cierto Gwaerh," empezó Gides, "nos dijiste que habías perdido dos de tus agentes en la Morada de las Sombras, sin embargo hoy hemos vuelto con tres personas."

"Sssí, Erna Gozzola y Gwai Bragan ssson agentesss del Ejército de Yutolandia, Ivard esss un colaborador puntual. Ella e Ivard fueron a la Morada y al no volver ni dar ssseñalesss, Gwai ssse aventuró al resscate, fallido por cierto. Losss Bangaa sssomosss asssí..." le explicó Gwaerh.

"Lo que no acabo de entender es esto de agentes del Ejército, ¿yo soy agente?" consultó Gides.

"Losss agentesss tenemosss que passsar unasss durasss pruebasss, muchosss lo dejan," le explicó Gwaerh. "Precisssamente esss en Camoa donde tienen lugar lasss pruebasss."

"Y cuando superas las pruebas y el tribunal te acepta, te dejan escoger entre una capa o un cinturón, que demuestra tu valía," dijo Erna.

"Supongo que tú escogiste el cinturón, ¿no? porque con las alas y eso..." dijo Gides impresionado.

"Entonces era joven y no pensé en que la capa sería tan engorrosa," dijo meio avergonzada Erna.

"Decidido, un día de estos seré agente del Ejército," dijo Gides.

"Te tomo la palabra," dijo Gwaerh.

El turno de vigilancia del cuartel había cambiado y no estaban ni el Paladín ni el Defensor, en su lugar había un Lanista y un Yojimbo.

"¿Siempre hay un Hume en los turnos de vigilancia?" preguntó curioso Ilwulf.

"Dejar sssolosss Bangaasss y Ssseeqsss es muy peligrossso, porque a la mínima ssse encienden, no tenemosss sssuficientesss Vierasss ni Griasss, y lasss que tenemosss ssse ocupan de otrasss cosssasss, asssí como losss Nu Mou. Y losss Mogurisss no imponen lo sssuficiente." Era una explicación bastante racional.

"¿Y a qué se dedican las Vieras, las Grías y los Nu Mou, si no es mucho pedir?" preguntó, de nuevo, Ilwulf.

"Alto sssecreto," respondió Gwaerh, "sssi te lo dijera te tendría que matar luego," añadió en tono jocoso, "lo que sssí te puedo decir esss que los Nu Mou ssse dedican a invessstigar y consssultar bibliografía."

"Vaya..." Ilwulf quedó medio satisfecho con la respuesta.

Gwaerh los llevó a sus aposentos, Erna Gozzola y él se fueron a los suyos.

"Descansad, porque mañana será otro ajetreado día," les dijo Gides.

"No esperábamos menos," dijo Ilwulf.

"Y que lo digas," añadió Chalsye.

Ermine ya se había dormido.

1 quejas:

scaramanga dijo...

Visto lo visto, creo que el mercado callejero de Grass no es muy diferente a los Encants Vells de Barelona, con los vendedores peleándose, la poli teniendo que poner paz pero con algunos agentes a los que les falta autoridad, peña chunga por todos lados, corredizas, bordes profesionales... La vida imita al RPG.

[He trigat molt, però ja està llegit. Dimarts, "La puta i la Ramoneta" ja estarà a la nostra disposició!]