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World of Trollcraft: [Capítulo trigesimosexto: Forjarán mi destino, los trolles del camino]

lunes, 4 de agosto de 2014

Capítulo 36

Forjarán mi destino, los trolles del camino


"Debéis iros," dijo Flemeth, "veo en vosotros una pequeña luz de la que depende Ferelden en la lucha contra el Archidemonio."

Pocos días después de que se hubieran encontrado al grupo de humanos en el antiguo escondite de los Guardias Grises, Flemeth insistió en que debían partir. Hasta ese momento la Gata Negra había conseguido dominar el hechizo primordial de hielo Abrazo Invernal además de del hechizo básico Virote Arcano.

"¿Adónde vamos?" preguntó la Gata Negra.

"Podéis ir al Círculo de Hechiceros, en el Lago Calenhad," respondió Flemeth. "No confío en los magos que se postran ante la Capilla, pero tal vez haya alguien que sepa dar respuesta al hecho de que puedas usar magia, o incluso podríais encontrar algún libro que hable de viajes entre dimensiones. Es todo cuanto puedo deciros."

"Os recomiendo que primero paséis por Lothering," añadió Morrigan, "más que nada para ti, héroe, para que te hagas con algo de ropa para pasar desapercibido, y créeme que sé de lo que hablo."

Flemeth, si no fuera tan parca en sus palabras, casi podrían decir que les había cogido afecto, y Morrigan y la Gata Negra se llevaban como amigas del alma, casi parecía la única amiga que Morrigan había tenido en toda su vida, cosa que probablemente era cierta.

"Partiremos ahora mismo," dijo el héroe, "hacia Lothering tal y como nos aconseja Morrigan".

"Ella misma os acompañará hasta la salida de la Espesura," el tono de Flemeth no aceptaba discusiones, ni de una parte ni de la otra.

"¡Eh!¿En qué momento me has consultado?" Morrigan parecía indignada, aunque a la vez ya estaba acostumbrada a que Flemeth tomara algunas decisiones por su cuenta.

El héroe y la Gata Negra ultimaron las preparaciones antes de partir. Flemeth no parecía muy dada a las despedidas. Morrigan, de la misma manera que el otro día, los guió a través de caminos entre árboles. Casi les costaba seguir el ritmo, y estaban a punto de perderla de vista, cuando se toparon con el camino imperial.

"Bien, ya hemos llegado, es aquí," dijo Morrigan. "Ha sido un placer," su tono rallaba la ironía, pero sabían que por dentro estaba destrozada.

"Muchas gracias, Morrigan."

Avanzaron unos pocos metros, y al darse la vuelta Morrigan ya no estaba. Frente a ellos tenían el camino imperial, que debía llevarlos a Lothering. Ahora estaban solos, sin nadie a quien acudir. Por lo menos tenían dos nombres por los que preguntar, que eran 'Lothering' y 'Círculo de Hechiceros'.

"Bien, ahora estamos solos," notó el héroe, "mejor pongámonos en marcha."

A lo lejos vieron un grupo de hombres en armadura. Vistos más de cerca parecían soldados, llevaban todos la misma armadura, y unos metros más atrás llevaban un carro de intendencia con víveres y demás.

"Perdonad, ¿os puedo preguntar algo?" al principio miraron al héroe con una mirada rara, probablemente por las vestiduras, al ver a la Gata Negra ataviada en ropa tribal hablaron.

"¿Váis a una fiesta de disfraces?" dijo uno de los hombres medio en serio medio en broma, "porque estáis un poco lejos de la civilización."

"Exacto," dijo el héroe, "tenemos entendido que siguiendo el camino imperial hacia el norte llegaremos a Lothering."

"Entonces tenéis bien entendido," dijo otro de los hombres, "llegaréis a un cruce, en ese punto tenéis que torcer hacia la derecha, tomar el camino oeste, y no tiene pérdida."

"¿Vosotros adónde váis? Pareceis soldados," les preguntó la Gata Negra.

"Correcto," afirmó otros de los hombres, "vamos a Ostagar, de refuerzos a las filas del Rey Cailan. Dicen los rumores que el Rey está derrotando a todos los ejércitos de engendros tenebrosos, y que posiblemente la Quinta Ruina no llegue a producirse, imaginaos unos hombres como nosotros, habiendo luchado al lado del Rey, saliendo victoriosos de una Ruina, las mujeres se nos rifarán."

La Gata Negra lo miró con la cara un poco rara. El resto del grupo rio ante la idea que proponía su compañero.

"¿Cuánto tiempo hay de camino hasta Lothering?" preguntó el héroe para cambiar de tema.

"Siendo dos, si vais a paso ligero, al término del día podríais llegar," les dijo uno de los hombres del grupo.

"Gracias, y hasta otra."

El grupo se puso en marcha, y el héroe y la Gata Negra no perdieron más el tiempo, ahora que sabían que podían llegar a Lothering en un día. Pero todo esto no sería divertido en absoluto si las cosas salieran según lo previsto.

Ya era pasado mediodía, y nuestros protagonistas ya empezaban a tener algo de hambre, tras varias horas de camino casi ininterrumpidas. Hubieran mendigado comida si hubiera pasado alguien, pero el camino estaba vacío. Lo peor es que antes de empezar a tener hambre sí que habían encontrado más soldados que iban a Ostagar.

Afortunadamente tuvieron un golpe de suerte al encontrarse en el margen del camino un hombre, que por sus pintas parecía un leñador. Se le veía fuertote, con una barba prominente. A su lado había un fajo de leña. Se dirigieron a él.

"Perdone, señor," dijo el héroe, "¿tiene algo de comida para compartir o sabe de algún lugar donde conseguirla?"

El señor los examinó, probablemente para ver si eran peligrosos antes de responder, pero finalmente habló.

"Estáis de suerte jóvenes, vivo en una choza aquí al lado," respondió con una sonrisa, "venid conmigo."

Se levantó de su descanso, tomó el fajo de leña, y se internó entre los árboles. Era más ágil de lo que parecía, pero al héroe y la Gata Negra no les costó mucho seguir su ritmo, cuando se habían pasado días siguiendo a Morrigan por bosques más frondosos.

"¿Vais bien? Estamos a punto de llegar," les dijo.

Finalmente llegaron a un claro.

"Bienvenidos a mi choza," dijo, y dejó una pausa dramática, "¡carne fresca!" gritó de golpe.

De los árboles cercanos aparecieron varios hombres armados. No parecían profesionales, eso no significaba que no fueran peligrosos. El leñador, que parecía ser el líder, se dirigió a ellos.

"Con todo lo de la guerra contra los engendros tenebrosos en Ostagar, el camino imperial esta infestado de soldados y cazarrecompensas, y así es imposible sacar algo, suerte que habéis aparecido vosotros."

"Pues me parece que cuando veas que no llevamos dinero, te vas a llevar un buen chasco," dijo el héroe.

"¡Matad al chico!¡Dejad a la chica viva! Podría servirnos más tarde," dijo el hombre.

Del interior del fajo de leña sacó una espada, que rápidamente empuñó. La Gata Negra preparó un hechizo, lo que causó cierta repulsión entre sus atacantes donde instantes antes había deseo.

"¡Es una maga!" dijo uno de los hombres que los estaban rodeando.

"¡Pues matadla a ella también, antes de que invoque un demonio del Velo!" dijo el líder.

"¡Al ataque!" gritaron varios hombres, y se lanzaron al ataque.

La Gata Negra lanzó el hechizo Brazo Invernal, un cono de frío que podía llegar a congelar cualquier ser viviente. El héroe saltó por encima de uno de los hombres que se había abalanzado contra él, usando su cabeza como apoyo para impulsarse, sin apenas dar tiempo a los enemigos a darse la vuelta, empujó a uno de ellos, lo que causó que entraran de lleno en el rango del hechizo Brazo Invernal.

Algunos de ellos quedaron mágicamente congelados. El resto arremetió contra ella en cuanto recuperaron la posición. De un movimiento instantáneo, el héroe se interpuso entre ellos y ella, y con gráciles movimientos esquivó las estocadas de sus enemigos. El líder, viendo que sus esbirros no podían contra dos mequetrefes, decidió lanzarse al ataque.

"¡Aaaah!" gritó mientras corría, blandiendo su espada.

El héroe lo vio de reojo, y en un movimiento técnico, esquivó una espada y agarró el brazo que la sostenía. Con una palmada, seca, en el esternón, lo lanzó hacia el líder, que al chocar detuvo su movimiento por completo. Presto, el héroe fue al suelo a recoger la espada que acababa de caer.

Ya armado podía hacer frente a sus enemigos armados con mayor facilidad, aunque sólo fuera por el hecho de tener algo con que parar el metal que no fuera su propia carne. Tuvo la genial idea de usar las hebras de la seta simbionte para recolectar y blandir las varias y diversas armas que habían quedado escampadas por el suelo.

"Son... ¡son unos demonios!" gritaron los pocos hombres que estaban conscientes, causando el pánico inmediato. Huyeron como poseídos.

"Jeje... nada como un poco de espectáculo para auyentar unas cuantas mentes simples," dijo el héroe. Estaba revisando los enemigos abatidos, probándose su ropa, para pasar por un fereldeno más. Algunos de ellos llevaban unas pocas monedas.

Al terminar de revisar las pertenencias volvieron al camino imperial a través de la arboleda. Muertos de hambre, quedaron medio desmayados en el margen del camino. Unos soldados del Rey Cailan, que probablemente también se dirigían a Ostagar, los vieron.

"¡Eh, hay alguien desmayado ahí!" gritó uno de los soldados, "¡Traed agua!"

Uno de los reclutas acató las órdenes y llevó una jarra de agua hasta los cuerpos inconscientes. El soldado los remojó, parecía que recuperaban el ánimo.

"Ugh... tengo hambre..." murmuró el héroe, "necesito... comer."

"Aguanta, ¡aguanta!" el soldado lo estaba sosteniendo, para que no se volviera a quedar inconsciente, "comida, ¡traed algo de comer!¡que no necesite cocinarse!"

Uno de los soldados trajo un trozo de jamón.

"Come despacio, mientras me ocupo de tu compañera," y se acercó a la Gata Negra.

Recuperadas las fuerzas, se dieron cuenta de lo tarde que se había hecho. No habían estado precisamente diez minutos tumbados, pues cuando los soldados retomaron su camino, el sol ya empezaba a ponerse.

"Os recomendaría que no acamparais cerca del camino imperial, y por supuesto, evitad prender fuego, si me permitís unos consejos," les dijo el soldado antes de partir con su compañía.

"Qué, ¿qué hacemos?" preguntó el héroe.

"No sé, ¿dormimos ahora y partimos temprano mañana?" propuso la Gata Negra.

Dicho y hecho, se internaron en el bosque, evitando hacer ruido. Visto lo visto cualquiera podría estar al acecho, preparando una trampa como en la que habían caído al mediodía. Encontraron una zona que les pareció bien y se echaron ahí mismo. Y no fue hasta el cabo de unas horas que...

"Uaaah," bostezó la Gata Negra, "me duele todo, nada como una buena cama en la que dormir."

"Ya ves," añadió el héroe, "a ver si hoy llegamos a Lothering."

En breves instantes retomaron su marcha hacia el susodicho pueblo, pasando primero por el camino imperial. Pocas horas de camino después acabaron por llegar al cruce que el soldado les había dicho, y por el que tenían que torcer a la derecha.

"Tate, ¿será eso Lothering?" el héroe señalaba un núcleo de población que se veía desde el punto en el que se encontraban.