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World of Trollcraft: [Capítulo trigesimoctavo: Bienvenidos a Kinloch Troll]

martes, 9 de septiembre de 2014

Capítulo 38

Bienvenidos a Kinloch Troll


A la mañana siguiente Amradehn les esperaba junto a su carro. Se habían alojado en el campamento de refugiados adyacente a Lothering, durmiendo al raso. La noche había sido suave, afortunadamente, porque lo que era el suelo era duro, no había camas suficientes para todos los refugiados. Incluso eso había causado alguna trifulca que el héroe y la Gata Negra se habían encargado de apaciguar, para tranquilidad de los templarios de la Capilla encargados del orden.

"¿Habéis dormido bien?" les preguntó Amradehn.

"Hay sitios más cómodos que un pedazo de tierra dura para dormir," dijo el héroe con ironía.

"Bien, el carro ya está reparado," dijo Amradehn con una sonrisa, "ya podéis subir." Dos caballos estaban acoplados al carruaje, lo que sorprendió a los dos recién llegados.

"¿Y estos caballos?" preguntó la Gata Negra.

"Los tenía guardados en una caballeriza, no fuera que se me los llevaran, entonces sí que lo tendría complicado para mover el carro."

Y fue así como abandonaron Lothering tras su corta estancia. Bueno, primero tuvieron que dar la vuelta porque el carro estaba enfocado al camino a Denerim, la capital. Ahora sí, posicionados en la dirección adecuada empezaron a moverse a través del camino imperial hasta encontrar el desvío que los llevaba a los muelles del Lago Calenhad. Era tan grande que se veía desde su posición.

"Esto que se ve aquí es sólo una pequeña parte del lago," informó Amradehn, "eso que se ve ahí es el lago en todo su esplendor, pronto se podrá ver la Torre del Círculo."

Ciertamente, poco rato después Amradehn les señaló lo que era la Torre del Círculo.

"¿Véis? Es esa torre que está en medio del lago," señalaba una estructura alargada, que perfectamente cumplía con la denominación de torre, "y si miráis en esa dirección podréis atisbar, aunque sin mucho detalle, el castillo de Risco Rojo."

"¿Sabes si falta mucho?" el héroe empezaba a estar aburrido, pensaba que el camino estaría infestado de bandidos.

"Debemos andar por la mitad de camino hasta los muelles del lago," anunció Amradehn desde su posición de conductor.

Sería mediodía, aproximadamente, cuando llegaron a un puente, el único por el que seguía el camino. Allí había apostados unos soldados.

"¡Alto!" el hombre que se estaba dirigiendo a Amradehn tenía cara de pocos amigos. "Esto es un peaje, para el mantenimiento del puente. Si quieres pasar serán diez piezas de plata, y veinte más por el contenido del carro."

El héroe se asomó, entre los supuestos soldados del peaje había algunos que estaban demasiado demacrados y a los que les costaba mantener la postura y otros que estaban algo fondones como para haber entrado en el ejército, estaba claro que se trataba de una treta.

"¿También os encargáis del mantenimiento del camino imperial de Lothering?" preguntó el héroe, "es que creo que he visto compañeros vuestros allí."

Estaba claro que la pregunta no entraba dentro de los planes del hombre.

"Ehm... Uhm... No, debe tratarse de un grupo que depende de otra parte de la tesorería, nosotros no conocemos a todos los grupos del ejército..."

"Ah, bien, porque ese grupo era de malhechores y aprovechados," sentenció en héroe, la cara del hombre mostraba cierto nerviosismo al oir eso, "espero que vosotros uséis el dinero para mantener el puente."

"Eh... por supuesto, y ahora entregadnos treinta piezas de plata si queréis pasar," su rostro pasó de una falsa sonrisa a un posado más amenazador.

El héroe sugirió a Amradehn que retrocediera, atara los caballos a algún árbol y se escondiera debajo del carro, todo esto mientras, desde la parte posterior del carro saltaba por encima de las mercancías y usando los dos caballos como trampolín embisitió al tipo que les había hablado. No tenía ni idea de luchar, dejaba demasiados huecos en su defensa y se le notaba incómodo con el uniforme de soldado. Finalmente, el héroe lo llevó contra el puente y de un envite lo lanzó al agua.

El combate fue tremendamente desigual en favor del héroe y la Gata Negra, puesto que ninguno de los villanos tenía demasiada idea de empuñar una espada. Al ver que todo estaba despejado, Amradehn apareció de nuevo con su carro y sus dos caballos.

"Buenas de nuevo," dijo Amradehn con una sonrisa, "veo que los habéis despachad... ¿no habéis oído algo?"

Al principio los dos dijeron que no, pero al forzar el oído un poco más pudieron detectar una fuente de sonido humano, una especie de 'mhhmmhmhm'. Al peinar la zona, no muy lejos, pero lo suficientemente escondidos, estaban los soldados de los que el grupo de malandrines habían conseguido los uniformes, amordazados y atados a los árboles.

Tras conversar con ellos, descubrieron que los tiparracos les habían preparado una emboscada y que al principio eran más, pero aquí se habían quedado los más inútiles por divisiones internas del grupo.

"Aquí tenéis a estos tipos, incluso algunos de vosotros podréis recuperar vuestros uniformes," dijo el héroe, "nosotros debemos partir."

"Gracias, y que os vaya bien."

"Igualmente."

De nuevo en camino, según Amradehn quedaba bastante poco para llegar a los muelles del Lago Calenhad, así que sugirió esperar a llegar ahí para comer. Por fortuna, no hubo más incidentes después del asunto del puente, y llegaron sin más complicaciones a su destino.

"Qué hambre tengo," Amradehn estaba sacando algunas cosas para comer del montoncito de cajas de comestibles. "Sé que os sonará extraño, pero pensaba que el camino estaría más lleno de bandidos y engendros tenebrosos," dijo mientras les servía unas lonchas de jamón en salazón y verduras en vinagre.

La comida fue plácida y silenciosa, todos estaban demasiado hambrientos como para hablar.

"Bien, ha sido un placer viajar con vosotros," dijo Amradehn tras el banquete, "aunque preferiría que la noche no me alcanzara en pleno camino, así que iré a la posada que veo aquí al lado y pediré una habitación. Mañana retomaré el viaje."

"Sabia decisión, amigo Amradehn," el héroe se despidió del hombre con una encajada de manos y un abrazo, "nosotros debemos alcanzar el Círculo de Hechiceros para encontrar respuestas."

"¿La Princesa Mimada? vaya nombres que ponen a día de hoy," Amradehn se despidió de la Gata Negra con dos besos, para ir a la posada de extraño nombre.

Los muelles del Lago Calenhad era un lugar más bien pequeño para el nombre que ostentaba, puesto que apenas había lugar para atracar un par de esquifes, si no se contaba el resto de la playa, playa por llamarla de alguna manera. Un hombre de aspecto mayor aunque de espaldas anchas vigilaba su barca. El héroe y la Gata Negra se acercaron a él para preguntarle cómo llegar a la Torre del Círculo.

"Perdone, buen hombre, ¿sabe cómo acceder a la Torre del Círculo?" le preguntó la Gata Negra.

"¿Que si sé cómo llegar ahí?" preguntó el hombre de forma retórica y con una ancha sonrisa en la cara, "claro que sí muchacha, llevo años haciéndolo, podéis llamarme Kester, el barquero."

El tal Kester resultó ser un hombre bastante agradable, aunque algo conservador de pensamiento. A veces, incluso decía algo e instantes después se corregía a sí mismo por ser políticamente incorrecto. Esa fue la sensación que tenían tanto el héroe como la Gata Negra puesto que ellos no eran nativos ni habitantes de Ferelden, y las únicas costumbres que habían podido observar eran las que tenían Flemeth y Morrigan, y no parecían ser precisamente ejemplos a seguir si se quería mantener la cabeza pegada al cuello.

El paisaje era precioso, con árboles llenos de hojas, montañas nevadas en la lejanía y una imponente torre cuyo tamaño iba aumentando a medida que se aproximaban. El viaje fue tranquilo, sin nada que alterase ni un ápice el lago en calma.

"Llegaremos al atardecer," les informó Kester, "siento no poder ir más rápido," añadió con tono jocoso.

"No pasa nada, tampoco es que tengamos mucha prisa," dijo el héroe.

"¿Con quién deberíamos contactar una vez entremos en la torre?" era un detalle a tener en cuenta y en el que apenas habían pensado, y eso mismo le preguntó la Gata Negra a Kester.

"A día de hoy, el máximo responsable del Círculo de Hechiceros es el Primer Encantador Irving, es un buen hombre," respondió el barquero.

Con un ligero tambaleo la barca tocó tierra. La Torre del Círculo era más imponente todavía vista de cerca.

"¿Os espero aquí o creéis que tenéis para rato?" preguntó Kester.

"Uhm..." ninguno de los dos tenía una respuesta, así que se miraron, finalmente fue el héroe quien habló, "mejor vuelve a los muelles, no sabemos lo que vamos a tardar."

Kester se perdió pronto en la lejanía, pero eso no lo vieron porque ya habían dado media vuelta y habían llamado a la puerta.

*TOC TOC TOC*

Quien les abrió no resultó ser precisamente un mago, o por lo menos la armadura que llevaba así lo parecía indicar.

"¿Quién va?" preguntó el hombre de la armadura.

"Buscamos al Primer Encantador... ¿Irving?" el héroe no acababa de estar seguro del nombre.

"¿Y para qué lo buscáis?"

Pero no hicieron falta más palabras después de que la Gata Negra ejecutara su hechizo de magia, el Brazo Invernal.

"Ya veo, regresáis al Círculo, aunque vuestra cara no me suena, ahora voy a buscar al Primer Encantador Irving, pasad, pero no os mováis de la entrada."

La entrada de la torre era un lugar sobrio construído en piedra, incluso algo lóbrego, que podría recordar una iglesia. Había más hombres en armadura rondando la zona, algunos los miraban con cierto desprecio, incluso, lo que no daba la impresión de estar en un lugar destinado a magos. El hombre que les había abierto la puerta iba acompañado de un hombre de aspecto frágil y una abundante barba. Sus ropas sí que daban la sensación de tratarse de un mago.

"Bien, aquí está el Primer Encantador Irving para que trate vuestros asuntos... mágicos," en esa última palabra puso toda su mofa.

"Uhm, vuestra cara no me suena," les dijo Irving cuando el otro hombre estaba a una distancia prudencial, "será mejor que vengáis conmigo a mis despacho, donde podremos hablar con algo más de calma."

Irving los guió a través de estancias y pasillos, atravesaron lo que parecía una biblioteca con estanterías llenas de libros, hasta el tercer piso, donde estaba su oficina.

"Tomad asiento..." les dijo a la vez que les ofrecía un par de sillas en las que sentarse, "ah, y bienvenidos a Kinloch Hold."

1 quejas:

scaramanga dijo...

Kester me recuerda a una versión educada y correcta de cierto personaje que conocemos los dos y sice "Corre, Joe..."

Por el resto, pensaba que nos ibas a dejar sin ración de mamporros. Qué alivio!