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World of Trollcraft: [Capítulo trigésimo: Capítulo Trollgésimo]

lunes, 6 de enero de 2014

Capítulo 30

Capítulo Trollgésimo


*RING-RIING*

"Aquí Otacon, parece que el ascensor ya vuelve a funcionar," dijo Otacon a través del Codec.

"¿A qué se habrá podido deber?" preguntó 7F.

"No sé, es todo muy extraño," afirmó Otacon, "hay una base subterránea de mantenimiento más allá del campo de nieve, al norte de la Torre de Comunicaciones B"

"¿Y qué hay allí?"

"..." el Codec parecía haber dejado de funcionar.

"No responde, espero que no le haya pasado nada," le dijo 7F al héroe y la Gata Negra.

Volvían a encontrarse en las escaleras de la Torre de Comunicaciones B, preparados para el descenso. Las cámara-torreta parecían un estorbo y Ataru no estaba como para andar perdiendo el tiempo...

*PEW*

De un disparo de su SOCOM una de las cámaras dejó de funcionar, dejando una estela de chispas mientras se apagaba.

“¡Carámbanos!” exclamó Ataru, “si lo llego a saber, les meto un tiro antes; pensaba que estarían cubiertas por una coraza o algo.”

En tres disparos más las cámaras del piso 23 dejaron de ser un estorbo. El grupo de tres continuó bajando escaleras. En el piso 19 había tres cámaras más esperándolos, pero Ataru no les dio tiempo a reaccionar...

*PEW-PEW-PEW*

En el piso 15 eran únicamente dos cámaras las que vigilaban y solamente una de ellas en el piso 11. Ya estaban llegando al piso noveno, donde podrían encontrar el ascensor. La Gata Negra se adelantó para pulsar el botón de llamada.

El ascensor no tardó en llegar.

“Todo despejado,” dijo Ataru mientras el héroe y la Gata Negra entraban en el ascensor. “Procedimiento habitual en territorio hostil,” les explicó.

Era un ascensor montacargas, bastante espacioso. El suelo estaba compuesto de planchas metálicas, los laterales estaban compuestos por rejas, mayoritariamente, y el techo casi que también. Una tenue luz azulada iluminaba pobremente la estancia.

“Espero que no tengamos que pasar mucho rato aquí dentro,” dijo Ataru.

*MEC-MEC*

Se había disparado la alarma de exceso de carga.

“¿Cómo?” se extrañó el héroe, pero si apenas somos tres personas. “Bueno, da igual,” se dijo a sí mismo pulsando el botón que los llevaría al primer piso...

*RIING-RIING* *RIING-RIING*

Parecía una llamada urgente.

“Es Otacon,” dijo 7F. “¿Sí, qué querías?”

“Olvidé deciros algo antes de que la conexión se cortase, había cinco prototipos de camuflaje óptico en mi laboratorio.”

“Sí, ¿y?”

“Teniendo en cuenta que llevo yo puesto uno, quedan solamente cuatro de ellos.”

“¡Ey!¡Esto no es una clase de matemáticas!”

“Pensé en coger tres para vosotros, y volví al laboratorio y...”

“¿Y qué?”

“No había ningún traje.”

“.....”

“Además... el ascensor que revisé... es muy extraño, parece que alguien lo estaba reteniendo a propósito.”

“Cuando lo utilizaste, ¿te saltó la alarma del límite de sobrepeso?”

“Eso también me resulta muy extraño,” dijo Otacon. “La alarma saltó, y es imposible que excediese el límite de peso.”

“Otacon, ¿tú cuánto pesas?”

“Unos 62 kilos. Y el ascensor tenía un límite de peso de 300 kilos. Harían falta al menos cinco personas para superarlo...” dijo Otacon haciendo cálculos mentales. “¡Cuidado, chicos! ¡¡¡Los tipos que me robaron los prototipos de camuflaje están ahí!!!”

De pronto notaron las presencias de los soldados ocultos bajo los mantos de camuflaje óptico, pues su tapadera había sido descubierta.

World of Trollcraft - Chapter 30 Cover

*RA-TTA-TA-TTTATATA*

De las cuatro esquinas aparecieron unos rifles que dispararon a discreción, el héroe se colgó del techo y Ataru y la Gata Negra se deslizaron por debajo de dos soldados en rincones opuestos. Se levantaron casi al unísono y, usándolos de escudo humano, apuntaron cada uno hacia un lado, eliminando dos de los soldados. El héroe los inmovilizó con hebras, aunque no tenían mucha pinta de volverse a levantar.

La Gata Negra le rompió el cuello a su soldado, con un movimiento seco pero contundente. Ataru, a su soldado, le retorció la mano en la que sujetaba el rifle y con un movimiento con clase, le arrebató el arma, con la que le disparó a bocajarro.

“Parece que ya están listos, no causarán más problemas,” dijo la Gata Negra.

El ascensor llegó, finalmente, al primer piso. Nada más salir, a su izquierda había una puerta de nivel 6. Prefirieron dar la vuelta y explorar la zona antes de adentrarse ahí, y de paso descansarían ni que fuera un instante.

No había mucho que hacer, pues las escaleras estaban destrozadas.

“Pues nada,” dijo Ataru. “Adentrémonos en el campo de nieve.”

El grupo de tres atravesó la puerta. Estaban en una especie de antesala como en la que habían estado nada más entrar en la Torre de Comunicaciones B a través de la pasarela de la novena planta. Todo estaba sospechosamente tranquilo...

“¡Ojo!” La Gata Negra se abalanzó sobre Ataru al notar una de las cámaras-torreta en la pared. Quedaba tapada por una de las paredes, aunque en el camino contrario uno se la encontraría de bruces.

El héroe lanzó una hebra sobre la cámara y la arrancó de cuajo.

“¿Munición de PSG-1?” dijo un extrañado Ataru que había estado inspeccionando el suelo tras encontrarse la Gata Negra encima.

“El campo de nieve debe tratarse de una buena zona para practicar el tiro, me imagino,” dijo la Gata Negra.

“Veamos,” dijo el héroe. Pero la puerta llevaba a un pasillo en forma de L, similar al que habían encontrado cuando pasaron del Pasaje Subterráneo a la Torre de Comunicaciones A. Una cámara-torreta vigilaba el ángulo del pasillo, Ataru le pegó un tiro.

*PEW*

Había dos cámaras más apostadas a lo largo de la vuelta del pasillo, Ataru tuvo a bien quitarlas de circulación.

*PEW-PEW*

Finalmente se encontraron con la puerta que, definitivamente, los llevaba al campo de nieve.

Nevaba y hacía frío. No era menos, pues se encontraban en las frías tierras del norte. El campo de nieve era una especie de patio enorme, al aire libre, desde el que se podía acceder a dos grandes zonas que eran la Torre de Comunicaciones B y el , así como varias salas de almacenaje.

*RIING-RIING*

“Perumu, he encontrado un paracaídas de Hind entre los árboles,” le contó Ataru a Perumu.

“¿Un paracaídas?¿No estarás pensando que Liquid ha sobrevivido?” dijo Perumu.

“Imposible. Fue una locura intentar escapar con paracaídas. En cuanto saltó del asiento del piloto, las hélices cortaron las cuerdas.”

“Y entonces, ¿qué hace ahí ese paracaídas?”

“No tengo ni idea.”

“¿Una trampa?” propuso un Perumu en sospecha.

“O eso o un mensaje... para nosotros,” añadió Ataru, “diciendo ‘no he muerto’, supongo...”

“Quizás... pero creo que es más como ‘te voy a linchar’... Bueno, de todas formas, no bajéis la guardia.”

“Tranquilo,” y la conexión quedó interrumpida.

Una preciosa aurora boreal iluminaba, a su manera, el nocturno y oscuro cielo. La primera puerta que exploraron fue la que quedaba a las 3 desde su posición inicial, una puerta doble de nivel 6, reinada por dos cámaras de vigilancia.

*PEW-PEW*

Ataru se deshizo como había hecho con las otras cámaras y entonces se concentraron en el contenido de la sala. Era un almacén de cajas de granadas, Ataru renovó sus existencias de explosivos.

“Hmm... muy interesante,” dijo.

“Sí, pero ya no hay nada más que ver, aquí,” dijo el héroe.

“Vayamos a explorar otro sitio,” propuso la Gata Negra. Nadie tuvo objeción alguna.

La sala que quedaba un poco más al norte era un almacén de munición, PSG-1, FAMAS, SOCOM... No muy interesante. La siguiente sala en sentido antihorario...

“Huele a pólvora,” dijo la Gata Negra, sin embargo Ataru ya había puesto el pie... “¡Cuidado!”

*BOUUM*

Algo había explotado en el interior, el héroe había reaccionado a tiempo y había usado los poderes de la seta simbionte para crear un escudo.

“Esta sala está minada,” dijo la Gata Negra.

Con cuidado examinaron el interior, había poca cosa para un riesgo tan grande. Apenas algo de comida enlatada y una caja de granadas aturdidoras. Se encontraron una puerta cuyo nivel era 7.

“Pensaba que el nivel más alto de permisos era el 6,” dijo el héroe.

“Yo también,” añadió Ataru. “En cualquier caso, la tendremos que dejar para luego porque está claro que ahora no podemos entrar.”

La Gata Negra se había adelantado a ellos.

“¡Chicos, es por aquí!” dijo.

“OK,” dijo Ataru, “sin embargo prefiero acabar de explorar el lugar.”

La sala que había una vez pasada la puerta que llevaba a la base subterránea estaba vigilada por una cámara en una de las esquinas.

*PEW*

Era un pequeño almacén de proyectiles de Nikita...

“Espera, que acabo de encontrar algo muy interesante a la par que útil,” dijo 7F. Se trataba de una caja como las otras dos que había ido recogiendo, en este caso la etiqueta decía ‘Snowfield’.

La última sala por visitar se encontraba junto a un camión con cadenas para la nieve. Estaba vigilada por sendas cámaras en lo alto de esquinas opuestas.

*PEW* *PEW*

Este almacén era de víveres y productos de enfermería. No había demasiado que explorar.

“Ya será hora de adentrarnos en la base subterránea,” dijo Ataru.

“Sí, la Gata Negra nos está esperando ahí,” dijo el héroe. Finalmente abrieron la puerta...

*PEW*

Ataru apuntó y disparó contra la cámara que se hallaba en la esquina.

*PEW*

Una cámara se escondía en la siguiente esquina pero Ataru la detectó antes de caer en la trampa. Unas largas escaleras se hallaban junto a la posición de la cámara.

“Bueno, aquí empieza lo bueno,” dijo Ataru.

“No esperaba menos,” dijo la Gata Negra.

“A punto para patear culos,” añadió el héroe.

Seguidamente bajaron por esas mismas escaleras. A medida que iban bajando la temperatura aumentaba.

“Alguien ha puesto la calefacción demasiado alta...” dijo el héroe en tono jocoso.

“Espera,” dijo Ataru. Tras atravesar una puerta de nivel 6 comprobaron que más que la calefacción se encontraban en un horno, literalmente. La Gata Negra se adelantó a los chicos y saltando sobre unas cajas apiladas le propinó una fuerte patada a un soldado que apenas había tenido tiempo para reaccionar.

El horno era una estancia de dos pisos, desde el piso superior era relativamente fácil controlar el piso inferior aunque el caso opuesto no se daba. Frente a ellos había una especie de elevador, aunque misteriosamente no parecía funcionar. A su izquierda había dos pasarelas, una que estaba cortada y que servía de puesto de vigilancia y la otra que llevaba al lado opuesto de la estancia.

El grupo de tres atravesó la pasarela.

“Creo que tendremos que cruzar por aquí,” dijo Ataru refiriéndose a una especie de cornisa. “Cuidado con la grúa.”

Una grúa se desplazaba de un lado a otro, y bastaba un golpecito para hacer perder el equilibrio y acabar con un calentón. Literalmente.