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Relatos de la Grand Line: Alborada de Hazañas - XIX

lunes, 23 de diciembre de 2013

Capítulo Decimonoveno: Los días que ya no volverán

A medida que iba pasando el tiempo, Monty iba dándose de cuenta de que cada día era uno menos que le quedaba para estar en la isla del cielo.

Un mes, dos meses... todos los días les parecían igual a Monty, todos se basaban en aprender movimientos y practicarlos. Por fin, al año de estar ahí, Zan For decidió enseñarle a Monty los fundamentos del mantra, y por extensión, del haki. Los entrenamientos, entonces, pasaron a ser de concentración, relajación y meditación.

Y finalmente llegó el día. El sol de Skypiea no podría saludar a Monty la mañana siguiente.

Había llegado la hora de partir hacia el mar azul de nuevo. Monty había pasado allí dos años de su vida, gracias al entrenamiento de Zan For ahora era mucho más fuerte, aunque seguía siendo bastante zoquete y cabezota.

A Monty no le gustaban para nada las despedidas así que había organizado un pequeño comité de despedida formado por Zan For, Sabrion y Yavina. Zan For había construído una pequeña balsa pero muy robusta, de forma que Monty pudiera descender sin peligro hasta el Mar Azul, Yavina traía provisiones varias, para que por lo menos pudiera alimentarse hasta encontrar tierra firme.

"Señor Montenegro," dijo Zan For en tono solemne, "ya han pasado dos años, te has hecho fuerte y has aprendido todo lo que te podía enseñar... bueno, una última cosa..."

"¿Sí?" dijo un Monty aguantándose las ganas de llorar.

"El último entrenamiento será que no puedes levantar las velas hasta que hayas remado a tu primer destino," le dijo Zan For.

El esquife contaba con una vela plegable. En la parte delantera Zan For había insertado un cofre donde guardar las provisiones y la vela se plegaba hacia atrás, también contaba con dos remos, a los que estaba haciendo referencia.

"De acuerdo."

"¿Dónde está mi abrazo?" le dijo entonces Zan For abriendo los brazos. Monty y Zan For se abrazaron fuertemente, él había sido su padre en Skypiea, así como su mentor, y le guardaba un profundo respeto.

Yavina le hizo entrega de un saco.

"Toma, Monty," le dijo Yavina, "Zan For me contó que te irías en breve así que te he preparado esto. Ábrelo."

Monty dejó el saco encima de la arena de la playa y lo abrió. Dentro había alimentos en conserva, salazón, en su mayoría, y algunos frascos de alimentos conservados en aceite.

"Genial, no me moriré de hambre en unos días," dijo un Monty sonriente. Yavina había intentado ser muy prudente con Monty, pues sabía que un día u otro volvería al mar azul.

"Toma, quiero que tengas esto, será tu recuerdo de Skypiea," Yavina se quitó uno de los aros de oro del brazo y se lo dio a Monty.

"G-gracias," Monty sabía que esos aros eran muy preciados entre los habitantes de Skypiea, "pero, ¿estás segura de dármelo? Puede que no nos volvamos a ver en la vida."

"Ya lo sé," dijo tajante Yavina, aunque se lo pensó mejor, "... Haremos de este aro nuestra promesa, cuando vuelvas a Skypiea ven a visitarme y enséñame el aro como comprobante de que realmente eres tú. Tienes que llevarlo en el brazo izquierdo o si no, no te creeré. De ser así, te tendré preparado algo que te seguro que te gustará."

No era momento de estar alegre, pero Monty se alegró de tener una excusa por la cual regresar a la isla del cielo.

"Hecho," dijo Monty. Él y Yavina unieron sus dedos meñique en señal de promesa, y Monty procedió a colocarse el aro en el brazo izquierdo. Primero pasó la mano, fue subiendo pasando el codo hasta que el aro quedó fijado, después movió el brazo rotándolo hacia adelante y hacia detrás. Era un tanto incómodo al principio, pero sería cuestión de acostumbrarse.

Monty cargó el saco hasta el cofre de su pequeña embarcación, donde había otro saco con provisiones de Zan For. Sabrion se acercó a Monty.

"Toma Monty," llevaba un extraño reloj, una especie de brújula en una pulsera, "esto es un log-pose, no sé si estarás familiarizado con estos artilugios."

"Bueno, más o menos, es algo del magnetismo de las islas, ¿no?" preguntó Monty.

"Sí, cada isla tiene su campo magnético propio y cada log-pose tiene un registro de islas de la Grand Line, cuando llegas a la isla que te indica el log-pose, éste tarda un tiempo en registrarse, y cuando lo haya hecho, entonces señala el próximo destino, es bastante fácil," le explicó Sabrion. "Aún y con todo, mejor que consigas un buen oficial de navegación si vas a estar mucho tiempo en el mar."

"Ajá."

"También te traigo esto," Sabrion le hizo entrega a Monty de otro saco, "comprueba su contenido."

Esta vez no se trataba de comida, era algo mucho más valioso. El saco de Sabrion estaba lleno de diales, Monty sonrió.

"Veo que encontrarás de utilidad su contenido," dijo Sabrion, también con una sonrisa. Zan For había enseñado a Monty a realizar engarces básicos y de emergencia, por si un caso se le rompiera un dial en mitad de un combate, pero para casos más complicados Zan For le había recomendado ir a ver a algún experto, que en la Grand Line tendría que haber. Monty guardó el saco junto a los otros dos sacos.

"Finalmente, he pensado que estarías harto de ir vestido con este atuendo," Sabrion señalaba el judogi o karategi de Monty con cierta mirada de desprecio, "así que estuve diseñando un traje que se adecuara a tu estilo, espero que te guste."

Sabrion le entregó a Monty la ropa de dentro de un cesto. La pieza más grande era una capa roja, de porte real, como la que había visto llevar a Sabrion alguna vez. Monty se la colocó, le quedaba realmente bien.

"Y... ¿esto qué es?" dijo Monty con cara rara. Era un pantalón de malla, como el que llevaba Morth, y una máscara de luchador, "¡no me pienso poner esto!"

"Bueno, si no te lo vas a poner, por lo menos guárdatelo, por si alguna vez necesitas inscribirte en algún torneo y disfrazarte de manera que nadie de reconozca (*guiño, guiño, codazo, codazo*), ya sabes," le aconsejó Sabrion. Monty metió las mallas y la máscara junto con los diales, la capa sí que le daba un estilazo. "Anda, un abrazo."

Morth y Sabrion habían sido sus compañeros de entrenamiento durante estos dos años, y esto es uno de los hechos que une personas, en el mundo de las artes marciales, un buen oponente es un buen amigo.

"Ya va siendo hora de partir," dijo Monty.

El chico se despidió de los tres ondeando la mano, y empezó a empujar el esquife.

"Un momento," dijo Sabrion. Como en infinidad de veces que había visto Monty, Sabrion se clonó, de su cuerpo salía una masa informe que tomó su misma forma. Sabrion le cedió a su clon más ropa que llevaba en el cesto. "Monty, súbete al barco, Morth empujará."

Dicho y hecho. Morth empujó la balsa con Monty encima y cuando se hubo alejado de la costa de nubes del mar blanco dio un salto.

*HOP*

"Hola, Monty," dijo el clon de Sabrion, "descansa por ahora, que necesitarás todas tus fuerzas para sobrevivir el descenso, ya remo yo."

El clon de Sabrion se hizo cargo de los remos.

"¿Cómo me lo voy a hacer para resistir la fuerza de la caída?" preguntó Monty. Le resultaba ciertamente familiar esa conversación.

"Lo más difícil será mantener el barco tan horizontal como puedas, para frenar la caída en la medida de lo posible," le contó el clon de Sabrion, "yo estaré contigo hasta que mi fruta me lo permita, entonces desapareceré."

Estuvieron conversando un rato, Monty no podía disimular sus nervios, una aventura que había empezado en Surebia, pasando por Skypiea, estaba a punto de seguir su camino, mientras hablaba con el clon pensaba en cómo podría ser la isla que le tocaría visitar a continuación. ¿Haría frío?¿Calor? Monty no había visto ninguna isla de la Grand Line y no sabía todo lo raras que podrían llegar a ser.

El fin de la isla podía verse a lo lejos, el clon de Sabrion remaba a toda potencia, acercándose más y más.

Más y más...

"¡¡¡UUUUUUAAAAAAHHHHHH!!!"

1 quejas:

scaramanga dijo...

UAH! Fin de saga y cliffhanger... ¿Literal?