Capítulo Vigésimo: La isla de Belos
El esquife de Monty caía al vacío, medio afectado por la gravedad, medio saltándose una de las leyes más elementales de la física, el clon de Sabrion y el mismo Monty pugnaban por mantener la pequeña y frágil embarcación recta.
"Es importante que el esquife no se dé la vuelta, o podrías perder todo su contenido," dijo Morth.
Era más fácil decirlo que hacerlo, "ya lo intento, ya," se quejaba Monty.
Cada vez el clon de Sabrion era más débil, pues se estaba alejando a pasos agigantados de su punto crítico, que era el cuerpo real de Sabrion. Monty debía realizar el trabajo que hasta ahora habían hecho entre los dos.
"Hasta... otra,... Monty..." dijo Morth, medio desvaneciéndose.
"Debes guardar tu posición de Dios de Skypiea hasta que regrese, y entonces lucharemos de nuevo," dijo Monty, que a pesar de estar usando sus fuerzas al máximo, tenía los ojos inundados de lágrimas.
En Skypiea, junto a la shandiana Yavina y Zan For, Sabrion lloraba.
"¿Qué te ocurre?" le preguntó la chica.
"Monty... volverá," dijo el Dios de Skypiea.
"Jajaja, no lo dudo," dijo Zan For, "si alguien es capaz de volver a Skypiea, ese es Monty."
Morth se desvaneció completamente, dejando a Monty solo, en plena caída. El chico pudo descubrir que lo único que tenía que hacer era mantener el peso del esquife equilibrado, así que cuando consiguió encontrar la posició ideal se quedó quieto como una estatua.
*ZIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIU*
Monty tuvo para bien contemplar cuánto le faltaba para tocar suelo, agua, para ser más exactos. Una enorme extensión de agua alcanzaba más allá de donde sus ojos podían llegar, era difícil calcular la distancia que lo separaba de un fatídico impacto que podría destrozar la diminuta embarcación, y todavía más lo era calcular el tiempo que tardaría.
Nadie podría ayudarlo, y nadie se preocuparía por él, si fracasaba en su aterrizaje. Alguien que quería llegar a ser un pirata conocido y reconocido no podía morir así. Ese pensamiento caló hondo en su mente, dejándolo en un estado de trance, un sueño en vigília, allí podía contemplarse él, en primera persona, tripulando un bajel; de las varias sombras que habitaban el barco, una de ellas parecía hacerse algo más nítida, era una silueta femenina...
Con Monty en trance, fue su voluntad la que invocó el Busoshoku Haki, aunque extrañamente, la voluntad de Monty rodeó incluso el barco, evitando que la embarcación sufriera daño alguno al impactar contra el mar azul. Monty había quedado completamente exhausto, sin conocimiento. Solo la corriente del mar, aunque otras fuentes cuentan que fue un Rey del Océano, enormes y feroces bestias, domada por un poderoso Haoshoku Haki, el que arrastró el esquife a tierra firme. El caso es que Monty acabó llegando a una isla.
"¿Qué es eso?" se preguntaba un tipo que había llegado a unas zonas de rocas. A juzgar por su equipo iba a pescar; abandonando el área rocosa caminó por la playa, donde un esquife había encallado.
Era un día frío, nuboso, otoñal. El tipo iba abrigado, acorde con el tiempo. Las olas lo saludaron con su movimiento de vaivén, dejando sus pies humedecidos, mojados. En el momento en que descubrió que allí dentro había un cuerpo, sabía que ese día no podría dedicarse a pescar. La curiosidad pudo con él y lo primero que hizo fue abrir los sacos.
En uno de ellos había comida, en otro... unas extrañas caracolas.
Por fin, el tipo centró su atención en el chico que estaba estirado, deseando que no estuviera muerto. Le tomó el pulso, muy débil aunque constante, era una buena noticia. Con esfuerzo, el desconocido sacó a Monty de la embarcación y lo dejó tumbado en la arena de la playa, lejos de las olas. Seguidamente vació el esquife, dejando los sacos al lado de Monty, y finalmente arrastró el pequeño barco hasta la zona de rocas, oculto de la mayoría de miradas, o eso creía él.
Con cuerdas que llevaba en un zurrón, ató los dos sacos entre ellos y los colocó de manera que al levantar a Monty para llevarlo recostado sobre su espalda, el mismo Monty trasladaba los sacos. Al cabo de un rato llegó a la zona habitada de la isla, una ciudad cuyas casas estaban hechas de barro y piedra.
*toc toc*
Llamó a una de las puertas. Esperó pacientemente a que quienquiera que fuese que esperaba, abriera.
"¿Quién es?" inquirió una voz desde el otro lado de la puerta.
"Argan, soy Shaunt, es bastante urgente, ¿está la doctora Nelson?" el tipo identificado como Shaunt con voz un tanto desesperada, y es que no cada día uno se encuentra con un cuerpo de alguien inconsciente en la playa.
Argan abrió la puerta. Era un chico joven, por su apariencia. Se le veía bastante inseguro y tenía ojeras, aunque era difícil de decir si eran causadas por falta de sueño o su cara ya era así. Llevaba una especie de bata blanca, se encontraban, óbviamente, en una consulta médica, y a juzgar por las palabras de Shaunt, era la consulta médica de la doctora Nelson.
"¿Qué ocurre?" preguntó Argan. Era una escena cuanto menos rocambolesca, y es que Shaunt tenía la cara roja y sudada del esfuerzo, con un chico a cuestas, y un par de sacos colgando, balanceándose.
"Me he encontrado a este chico cuando iba a pescar y he pensado que tal vez requiriese atención médica," dijo Shaunt. "No tengo ni idea del tiempo que lleva inconsciente, pero cuando le he tomado el pulso, era débil."
"La doctora Nelson no se encuentra aquí en estos momentos," dijo Argan, "pero de momento llevemos al chico a una sala de curas."
Argan iba delante, caminando con paso decidido, seguido de Shaunt, que lo seguía como buenamente podía. Argan abrió una puerta.
"Déjalo encima de esa camilla," la camilla era una estructura de piedra, acolchada.
Como le había dicho Argan que hiciera, Shaunt dejó a Monty encima de la camilla. Argan estuvo de una lado para otro, examinando y comprobando.
"Si tienes que hacer cosas, yo me encargo del chico," le dijo Argan a Shaunt. Éste último, a pesar de estar preocupado por el estado del chico, sabía que no podía hacer nada más, así que se fue.
...
"¿Dónde estoy?¿¡Dónde estoy!?" Monty había abierto los ojos. A través de la ventana los copos de nieve caían ajenos a lo que ocurría dentro de la sala de curas. "No recuerdo nada..."
"¡No te muevas!" le dijo una voz femenina, con un tono severo en su voz.
Estaba estirado encima de la camilla de piedra donde lo había dejado Shaunt, boca arriba. Varias decenas de agujas finas, largas y flexibles estaban ensartadas en su cuerpo.
"¿Qué me estáis haciendo?" se quejó el chico.
"Ahora que has despertado, te quitaremos las agujas, pero estate quieto," le dijo la doctora. "Ayúdame, Argan, a quitarle las agujas. Recuerda, con suavidad."
"Enseguida, doctora Nelson," el chico Argan se colocó en posición opuesta a la doctora y empezaron a remover las agujas desde los pies. Las fueron dejando encima de una placa metálica.
"Argan, necesito que te encargues de limpiar las agujas mientras converso con nuestro joven paciente," dijo la doctora Nelson.
"Entendido, doctora Nelson," Argan se llevó la placa con las agujas.
"A ver, primero de todo, ¿recuerdas cuál es tu nombre?" le preguntó la doctora Nelson, en parte por rutina, en parte por curiosidad.
"Me llamo Solbion D. Montenegro, aunque todo el mundo me llama Monty," respondió Monty, dejando claro que no se estaba inventando el nombre, y que lo recordaba perfectamente. La doctora Nelson se estremeció al oír Montenegro.
"Bien, Monty," se dirigió a el, "yo soy la doctora Morgana Nelson." Era una mujer de unos treinta años a juzgar por su apariencia general y su cara, sus ojos eran de color violeta o rojizo, era difícil de definir aunque extramadamente fácil perderse en ellos, de cabellos largos, grisáceos, tal vez plateados, y ondulados. Era difícil ignorar un busto prominente aunque proporcionado y en armonía con el resto del cuerpo, que firmaría el mismísimo Eiichiro Oda. Cerraba la descripción unas piernas fuertes y firmes, de esas que no te las acabas en un día.
Llevaba una bata blanca así que era difícil describir sus brazos, pero a juzgar por las manos, fuertes, seguro que eran acorde con el resto del cuerpo.
"Respecto a tu pregunta, Monty, estamos en la isla de Belos, en la Grand Line," le dijo la doctora, "aunque si dispones de un log-pose," refiriéndose a la brújula que llevaba Monty en la mano derecha en forma de pulsera, "es probable que esto último ya lo sepas. Me dijo el hombre que te trajo hasta aquí que te encontró en un esquife, y tuvo la deferencia de llevar también tus pertenencias. Están ahí," dijo Morgana señalando los sacos.
"Menos mal, ¿dónde está ese señor? quiero agradecerle sus esfuerzos," dijo Monty.
"Antes de nada, Monty, ¿de dónde vienes?¿recuerdas algo que te llevara a caer inconsciente?"
"Nací en una isla que se llama Surebia, pero por causas que serían muy largas de explicar, acabé en Skypiea, allí conocí al viejo Zan For y al Dios de Skypiea, y entrené con ellos."
"No recuerdo haberle dado alucinógenos," susurró Morgana, "prosigue, Monty."
Monty le contó algunas cosas sobre sus dos años en Skypiea hasta que llegó al momento del descenso. "Estaba cayendo sin poder frenar la caída, cuando me he quedado dormido, por cierto, tu cara me suena y no sé de qué, ¿nos hemos visto en alguna parte? En fin, a partir de aquí no recuerdo nada más, hasta que me he despertado aquí, con un montón de agujas clavadas."
"No sé si decírtelo o no, porque no sé si entenderás lo que te voy a decir," le dijo la doctora Nelson.
"Bueno, haré un esfuerzo," dijo un no muy convencido Monty.
"Si no lo entiendes, no pasa nada," la doctora Nelson empezó la explicación, "cuando llegué aquí, hará un par de días, Argan, mi ayudante y aprendiz, me dijo que había estado analizando tu estado durante mi ausencia. Yo llegué poco después de que Shaunt te hubiera dejado aquí. Noté restos de energía espiritual o Ki, emanando de tu cuerpo, lo que significa que, consciente o inconscientemente, usaste el Haki, probablemente durante el rato que estuviste dormido en el barco si no recuerdas haberlo usado momentos antes."
"Ajá," respondió Monty.
"¿Estás entendidendo algo?" le preguntó Morgana.
"No, pero parece que estás disfrutando con la explicación," afirmó un contundente y honesto Monty.
"¡Argh!"
La doctora se tranquilizó antes de proseguir.
"En fin, que si nadie hubiera hecho nada, el Haki que tu cuerpo emanaba para protegerte hubiera acabado por dejarte muy muy débil, una especie de estado de muerte en vida, pero Argan me recordó un tratamiento para vaciar el Ki remanente, que te apliqué. Las agujas canalizan el Ki, expulsando el Ki que rodea el cuerpo y cerrando el grifo, por decirlo de alguna manera, del que todavía permanece en el cuerpo. Además, el tratamiento fortalece, en menor grado, la mente y el cuerpo del que lo recibe."
"¿Quieres unirte a mi tripulación?" le preguntó Monty de repente.
"¿Cómo?" Morgana parecía sorprendida.
"¿Que si quieres formar parte de mi tripulación?" volvió a preguntarle Monty, ahora con otras palabras. "Si quiero atravesar la Grand Line, necesitaré un médico."
"No, no, yo estoy bien donde estoy. Además el tiempo de Belos es perfecto," Morgana no parecía muy atraída por la idea, "cada dos días cambiamos de estación. Ahora estamos en invierno, mañana pasaremos a la primavera, dos días de buen tiempo, y dentro de dos estaremos en verano, pasando calor bajo un sol de justicia. Las paredes de las casas de Belos están hechas de barro y piedra especial, que aislan en gran medida el tiempo del exterior, ya sea frío o calor."
"Bueno, en ese caso le tendré que preguntar a Argan, ¿hay más médicos en Belos?" preguntó Monty.
"Hay otros centros médicos, sí," le respondió Morgana.
"Es increíble, en Surebia teníamos únicamente a Arleigh, claro que el pueblo era bastante pequeño."
"Además, por lo que me han dicho, llegaste en un esquife en el que apenas caben dos personas, ¿cómo voy a llevarme todo lo que necesito para curar, ahí?" le espetó Morgana.
"Bueno, bueno, no te pongas así, ya encontraré la manera de convenceros a tí o a Argan. Me has dicho que un hombre me llevó hasta aquí, ¿no? me gustaría conocerle y darle las gracias," le pidió Monty a Morgana conocer a Shaunt.
"Sí, claro, seguramente lo encontrarás en el lado sur de la isla, cerca de la playa, en una zona de rocas. Si quieres puedes dejar tus cosas aquí, no creo que entre nadie y se lleve únicamente dos sacos," le explicó Morgana.
"Gracias por todo, si acaso después volveré," Monty le agradeció a la doctora Nelson y al aprendiz Argan todo lo que habían hecho por él. Estaba todo nevado, aunque varios valientes con palas mantenían los caminos transitables. La capa de Sabrion abrigaba más de lo que Monty había pensado.
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Me ha gustado como has roto parcialmente el cuarto muro con la referencia a Oda y la idea del clima Balos. Siendo así, claro que necesitan muchos médicos, deben ir todos con unos saques, unos gripazos y unas carrasperas que ríete tú del Narcís de la classe de les tortugues.
Con un poco de suerte a final de mes Morgana Nelson tendrá imagen oficial. #BreakingNews
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