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Crónicas de Ivalice: Historia de una condena - XXIX

lunes, 22 de septiembre de 2014

Capítulo vigésimonoveno: Parada técnica en Camoa

Mapa de Yutolandia

Región de Bisga, Roahl

El sol que indicaba el tercer día de viaje se alzaba con pereza sobre la Pradera de Bisga. Habían dedicado gran parte del segundo día a atravesar el Camino Vigg Norte en Bisga, procedentes del Camino Vigg Sur en Grass, incluso al forzar la marcha llegaron a la tan ansiada Pradera de Bisga. Verde y más verde, hasta más allá de donde alcanzaba la vista.

"Dicen que la Guardia Montada del Chocobo es capaz de recorrer Roahl en un día de punta a punta," explicaba Chalsye mientras caminaban. Ya hacía rato que habían recogido el campamento y se habían puesto en marcha.

El camino hasta los límites de la Pradera de Bisga transcurrió sin más contratiempos. Una señal en el camino indicaba que estaban cerca de la región de Camoa.

"Si no me equivoco, en breves llegaremos a la Pradera Díaz," anunció Gides, "manteneos cerca del grupo, porque es fácil perderse en la estrechez de sus caminos."

"Por si acaso, propongo que si alguien se pierde, nos encontremos en la entrada de Camoa, la ciudad," añadió Ilwulf.

"Me parece una buena propuesta," respondió Gides, "¿está todo el mundo de acuerdo?"

La respuesta general fue satisfactoria y afirmativa. Afortunadamente no tuvieron que lamentar pérdidas al llegar a Camoa puesto que lograron mantenerse unidos a lo largo del camino a través de la Pradera Díaz.

"¿Ves?, tampoco era tan difícil," dijo Lellyann al ver de lejos la ciudad de Camoa.

En la entrada de Camoa había unos tipos repartiendo panfletos a todo aquel que entraba y salía de la ciudad. Gides se encontró con uno de esos papeles en sus manos:

Un nuevo orden para Ivalice

¿Estás cansado de que te ninguneen y de que tu opinión no cuente para nada?¿Harto de que los políticos no se encarguen de lo que les toca?

Todo cambiará gracias al Frente Popular de Roahl, un proyecto político-militar organizado desde el pueblo y para el pueblo. Porque nosotros podemos.

Actualmente estamos reclutando miembros para llevar a cabo tareas...

Y el panfleto terminaba con la dirección donde el tal Frente Popular de Roahl reclutaba nuevos miembros.

"¡Bah!" espetó Gides y tiró el papel en la papelera más cercana. Comprobó cómo gran parte de la gente había hecho lo mismo que él, incluso sus compañeros de viaje.

"¿Frente Popular de Roahl?" Ilwulf hizo una cara como de ir restreñido, "esto parece que traerá problemas en un futuro. Los políticos no dejarán que unos hippies, armados eso sí, les quiten el puesto," y dicho esto tiró su papel.

Camoa apenas había cambiado en los días que habían pasado fuera. Era el centro neurálgico de todo aquel aventurero que se preciara, dando opciones de ir a las Colinas de Batiste, el Bosque de Targo o las Praderas de Bisga, es decir estaba lleno de gente, y siempre que hay gente de distintas procedencias hay una tendencia natural a que surjan problemas.

"Bien, hoy pasaremos la noche en Camoa, en un hostal, que es este de aquí," dijo Gides señalando una de las tabernas, "tenéis el resto de día libre para prepararos para la misión en el Monte Aldana. Aprovechadlo. Aquí a la hora de cenar."

Dicho esto, todo el mundo se fue por su cuenta a explorar la ciudad, y el Soldado Gides entró en el hostal.

"¡Jefa!" la propietaria de la taberna se quedó perpleja al oir esa palabra, en ese tono.

"¡Pero mira quién tenemos aquí!" dejó inmediatamente de fregar la barra con un trapo, se colocó el trapo en el hombro con un rápido gesto y anduvo hasta Gides.

*MUAC SMUAC*

Lo tenía agarrado entre sus brazos como si se tratara de su propio hijo, besuqueándolo. Ella era bastante ancha de huesos, y aunque le sobraba algo de carne, no parecía para nada gorda, y estaba bastante en forma a pesar de su avanzada edad, tanto física como mentalmente. Ningún ejercicio mejor para la cabeza que recordar los pedidos de los clientes y servirlos correctamente, y pasearse por las mesas completaba la dosis de ejercicio físico.

"Hacía días que no sabía nada de tí," le dijo ella, con cierto tono de regañina, "¿qué es de tu vida?"

"He estado ocupado con una misión," le explicaba él, "tuve que ir a Grass, y ahora tengo que ir al Monte Aldana, pero preferí aprovisionarme en Camoa por si las moscas."

"Entonces, ¿vas solo?"

"Precisamente de eso quería hablarte, jefa," la miró con la cara un poco más seria, "necesito una habitación para esta noche. Para cinco. Y también cena para cinco, y sería todo un detalle que mañana nos prepararas el desayuno para llevar."

"No te preocupes, cielo, déjamelo todo a mí."

"Me gustaría dejártelo todo pagado," Gides preparaba los guiles, "¿qué te debo?"

"Ya te he dicho que me lo dejes todo a mí, cielo," le dijo ella, "no me debes nada."

"¿Estás segura? Puedo pagarte, jefa, que no sea por el dinero," insistió Gides, poniendo los guiles encima de la mesa.

"Pues eso, que por el dinero no sea. Hay cosas que no se pagan con dinero, y tenerte aquí de nuevo es un placer."

Gides recogió los guiles repartidos por la mesa y los volvió a meter en la bolsa.

"Por lo menos déjame preparar la habitación donde voy a dormir," le dijo, "así aprovecharé para echarme un sueñecito hasta la hora de cenar."

No muy lejos de ahí, un grupo de camorristas, Humes y Bangaas en su mayoría, estaba causando estragos en la calle, provocando a todo cuanto pasara junto a ellos. Chalsye pasaba cerca de ahí, y lo primero que pensó fue en dar media vuelta y pasar por otra calle, pero sabía que si lo hacía, se lo estaría lamentando una temporada, así que reunió valor y empezó a caminar por la calle, con la espera de que la provocaran. No lo negaba, en el fondo de su corazón tenía ganas de repartir estopa.

"¡Eh, mirad, una Esgrimidora!" dijo uno de ellos.

"Será que no llega a Esgrimaga..." añadió otro de los provocadores con sorna. Era la oportunidad que había estado esperando Chalsye, que lo miró con desprecio, y después sonrió.

Con un movimiento rápido desenvainó su estoque, Flamberge, y se lanzó a por el provocador.

"¿¡Ah, sí!?"

La lluvia de golpes fue tremenda, hacia un lado, claro está porque al tipo no le había dado tiempo a sacar su arma. Uno de ellos, que tenía pinta de ser el cabecilla animó a los suyos.

"¡Venga, cretinos!¡Que nosotros somos más!" gritaba, jaleándolos.

Chalsye tenía que estar tan pendiente de no recibir impactos que apenas tenía ocasión de contraatacar, lo que causaba risas y nervios a partes iguales, lo primero porque la tenían bailando a su son, lo segundo porque no acertaban pese a tenerla rodeada. Y en ese momento, la Viera tropezó con un canto mal puesto de la calle, quedando a merced de sus oponentes.

"¡Ya es nuestra!"

"¡A por ella!"

*CLONK*

El tropiezo la había pillado por sorpresa y el dolor era fuerte, por lo que no vio cómo se habían tirado todos contra ella, así como tampoco vio el joven Hume que se había interpuesto entre ella y sus atacantes. Con una serie de rápidos movimientos con su katana desarmó a todos y cada uno de los camorristas.

"¡Y no volváis por Camoa!" los amenazó.

El apuesto joven ayudó a la Viera, que todavía estaba en el suelo, a levantarse.

"¿Puedes caminar?" le preguntó al ver el gesto de dolor que hacía al apoyar el pie en el suelo.

"Creo que sí, es ahora que me duele, pero mañana ya estará bien," dijo ella, fijándose en lo guapo que era el Yojimbo Hume, "si te va bien me podrías acompañar al hostal en el que me alojo. Por cierto, me llamo Chalsye."

"Yo me llamo Vaasi, encantado."

Hablando y hablando, acabó por descubrir que era de esa especie de asociación paramilitar, el Frente Popular de Roahl, de la que hablaba maravillas a pesar de hacer bastante poco que formaba parte.

"Queremos mejorar Ivalice, pero antes de expandirnos queremos empezar por Roahl, y posteriormente Flosis, aquí en Yutolandia. Si todo va bien aquí en Roahl, enviaremos gente fuera que hagan de semillas de este proyecto floreciente."

Eso sucedía cuando Ilwulf estaba defendiendo a un armero que se había encontrado por la calle de unos cuatreros. El armero, que según había dicho se llamaba Lulas Cressian, iba acompañado por un chocobo que arrastraba un carro con armas y armaduras de todo tipo.

Eran tres contra uno, puesto que Lulas no poseía dotes marciales.

"Veamos de que eres capaz, listillo," dijo uno de los rateros.

"Todo sería más fácil si nos dejárais vaciar el contenido de ese carro... jejeje"

"Apuesto a que no tenéis ni idea de manejar estas armas que lleváis, pero los comerciantes al veros pasan de tener problemas," dijo Ilwulf, más convencido de lo último que de lo primero.

"Dejémonos de cháchara," sentenció el tercero de los bergantes, "nosotros somos tres, y nos llevaremos el carro por derecho tras venceros en un justo combate. ¡Al ataque!"

*FRSSSSSSSTH*

Una flecha sobrevoló el improvisado campo de batalla y se plantó a los pies de uno de los cuatreros, deteniendo así su marcha.

"¡Eh, encanto! ¿necesitas una mano?" Lellyann le guiñó el ojo.

En ese momento los ánimos de Ilwulf subieron, ya no estaba todo perdido, y aunque no había visto luchar a Lellyann el hecho de que llevara un arco ya era suficiente de cara a galería. Esperaba que siendo compañera de clan de Chalsye y Ermine, por lo menos fuera igual de buena que Chalsye lo era con el estoque. Afortunadamente no iba muy errado.

*FRSSS* *FRSSS*

Dos flechas precisas se clavaron en un brazo y una pierna de distintos objetivos.

Inmediatamente retrocedieron, pensándoselo muy bien antes de proceder. Si atacaban a Ilwulf, Lellyann los cosía a flechazos, si se lanzaban a por Lellyann, el armero podría salir por patas cubierto por Ilwulf, y si se separaban...

"¡Dividámonos!" gritó el que parecía el cabecilla del grupo, él mismo fue a por el Ninja Ilwulf, pero sus dos compañeros no parecieron entender sus órdenes, con lo que todos volvieron a atacar a Ilwulf.

*FRSSS* *FRSSS*

*FRSS*

De nuevo, los tres enemigos retrocedieron al recibir sendos flechazos, mientras el cabecilla les echaba bronca.

"¡Alguno de vosotros tenía que ir a por la Arquera, cretinos!¡Necios!"

"No sabíamos quién," respondió uno de ellos, causando el facepalm inmediato de su interlocutor.

"Si os lo hubiera dicho no hubiera sido sorpresa," resopló, "tenía que salir de vosotros. Lo intentaremos una vez más, no falléis."

De forma totalmente previsible, uno de ellos hizo de cebo ante Lellyann que no sabía exactamente qué hacer. Podía atacar a su oponente, pero dejaba descubierto a Ilwulf, o podía atacar a los oponentes de Ilwulf, quedando ella sin cobertura. Tuvo una alocada idea.

Con una finta que le rompió la cadera a su oponente, Lellyann inició una carrera. Ayudándose de una de las paredes se colocó en posición de tiro mientras corría.

*FRSSS*

Con una flecha atravesó las vestiduras de ambos asaltantes y esta quedó clavada en la madera del carro.

1 quejas:

scaramanga dijo...

Ilvalice se parece cada vez más a un país donde tienen una particular aversión a los bovinos XD Políticos conservadores corruptos, partidos de jipis, peña chunga en todas las esquinas y praderas que se llaman de manera harto vulgar...